lunes, 13 de noviembre de 2017

La carta

Reaparezco. Piensas que estoy loca, piensas que después de tanto tiempo no debería volver. No me ves, pero me sientes. He vuelto. La carta inesperada. La carta que quizás nunca debió llegar. Pero aquí estoy. En tus manos. Te duele verme así. Te duele tener mi alma en tus manos y no poder acariciar mi piel. No poder mirar mis ojos. Me lees y me relees hasta que te aprendes cada uno de mis signos de puntuación. Cierras los ojos, en tu mente bailan las palabras, y hasta hacen que puedas escucharme recitándolas. Escuchas mi risa.

Abres los ojos y vuelves a mirarme. Ves cada una de las palabras que escribí, cada una de las palabras que salieron del fondo de mí ser. En tu cara se dibuja una sonrisa. “Maldita loca” susurras entre dientes. Y es que mi locura fue lo que te enamoró. Y esa carta que sostienes en tus manos te hace recordar las notas debajo de la almohada o en el armario del cepillo de dientes. Te hace recordar…Y el recuerdo duele.

Las palabras empiezan a girar como un huracán, se mezclan y salgo del papel. Me miras. Crees estar en un sueño, pero no. Ahí estoy, de pie, enfrente de ti. Estiras la mano y me rozas. Me abrazas, no puedes evitar el impulso, ha pasado demasiado tiempo… demasiado tiempo sin mirarnos.

  - No estoy aquí - te recuerdo- solo soy un fantasma, el eco de lo que fui.
  -Lo sé- contestas, me abrazas más fuerte.

Me desvanezco, empiezo a perder consistencia. Las palabras se sueltan, ya no pueden mantenerme y se desparraman por tus ojos. De ellos caen unas lágrimas llenas de pureza, esa pureza que te caracterizaba, esa pureza es querer cada centímetro de tu piel, es aspirar su olor, es llevar el deseo hasta la cumbre. Esa pureza eres tú.

Tus lágrimas caen sobre la tinta. Y así es como estamos juntos por última vez.

Halley

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