miércoles, 6 de mayo de 2015

Subtítulos

Ambos habían quedado con sus respectivos amigos. Ella caminaba con los auriculares puestos escuchando el audio del whatsapp de Helena, riéndose con los comentarios que la loca de su amiga hacía sobre el nuevo chico del McDonalds del barrio cuando se lo encontró de frente y se le cortó la risa de golpe. Había pasado mucho tiempo desde que todo había acabado. Durante mucho tiempo fueron la pareja perfecta, la típica historia de chico encantador de sonrisa de anuncio conoce a la chica complicada y alocada y se enganchan el uno del otro. Realmente no era la única vez que habían roto, pero la última fue algo distinto, algo que les superó.

Él seguía paralizado. Había cometido un gran error respecto a ella, la había echado de menos, pero la cobardía y el orgullo le impidieron volver a por ella y había preferido buscarla en otras bocas. Pero ahora ambos estaban bien ¿mejor o peor que juntos? ¿quién sabe? Pero bien.

Un saludo y unas preguntas de cortesía llenaron los primeros segundos más incómodos de sus vidas.
Él no sabía si invitarle a tomar unas cervezas, ella se preguntaba si seguiría con esa chica rubia de bote que protagonizaba todos los rumores de los amigos en común. Sus ojos eran los únicos sinceros de aquella escena, era como si las miradas escribieran los subtítulos de lo que en realidad querían decirse. Las palabras que ambos se dejaron por decir quemaban en sus gargantas, pero el miedo no les dejaba hablar.

Finalmente, él la invitó a esa cerveza para no dejarla escapar de nuevo y ella aceptó. No pudo evitarlo, así que ella se lo preguntó y él le confirmó los rumores. Sus amigos les reclamaban en mensajes y llamadas así que la conversación fue breve. Antes de irse, él le confesó que solo estaba con la chica rubia porque escuchaba la Oreja de Van Gogh y le recordaba a ella. Ella sonrió, le besó en la mejilla y le susurró al oído: “Deja de buscarme en otras, yo soy única.”


Quizás esa frase no fue suficiente, quizás necesitaba más, quizás tendrían que aprender a ganarse el corazón del otro de nuevo arriesgando más, quizás no fue su momento, quizás no fuera esa persona, quizás eran muy diferentes, quizás se complementaban demasiado y eso les aterró, quizás, sus corazones aún estaban en ruinas, quizás un día volvieran a jugar con sus sentimientos entre las sábanas, quizás nunca volvieran a verse, quizás al universo le gustaba jugar con ellos como si fueran marionetas...  
Alicia Salazar

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