lunes, 11 de enero de 2016

Érase una vez


¿Dónde está ese cuento que se perdió entre los años, que hablaba de héroes enamorados de villanos, de princesas que salvaban reinos de la autodestrucción y de leyendas de dragones que alimentaban el alma de los caballeros que jamás llegaron a derrotarlos?



Estoy buscando el nudo que atragantó al lobo y nunca pudo soplar, soplar y soplar, hasta convertir en delirio la pesadilla de los cerditos que, hartos de esperar, acabaron con un tiro de escopeta en sus gargantas.

Ando detrás de las lágrimas de aquel padre que nunca vio despertar a su bella hija, pues nació muerta, como muertos se quedaron los sueños de su infancia.

Sigo tras la pista del gusano que habitaba la manzana y que mató a la joven Blancanieves. Invisible, del que nadie cuenta historias, pues se alimenta de los hombres que ven en ellas una simple sirvienta para complacer sus caprichos

Persigo la tumba de ese zapatero, cuyo cadáver apareció flotando en el mar con un clavo en la garganta para regocijo de los duendes, que colectivizaron la fábrica sin ladrones que forjaran sus cadenas.



Tal vez jamás lo encuentre, pero seguiré buscando las perdices que dieron de comer a los finales felices de las historias que decidieron albergar en su propio final, una sonrisa.



Drizzt Beleren

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