miércoles, 18 de noviembre de 2015

Empatía... ¿Tú?

Un día me dijiste que empatizabas, demasiado y que esa era la razón por la que no escuchabas. En tu mente sonaba de otra manera, pero en la mía este eco quedó grabado de por vida emocional.
Te concedí el beneficio de la duda porque en esto igual que en lo otro, soy experta.

Pero ya son meses o tiempos conociéndonos. Y empiezo a darme cuenta de que,
 o he caído en el error del investigador que quiere apoyar su hipótesis hasta el final.
O soy la mejor investigadora de tus tiempos,
o momentos,
o respuestas,
o miedos.

Solo sé que no quieres saber nada. Nada que imponga dolor, desesperanza o sufrimiento.

Pero es que, en esta vida, para saber disfrutar de lo que uno has de haber sufrido lo otro.

Y yo, que fui creciendo entre espinas, sí sé empatizar. Y es, precisamente esa necesidad que tengo, lo que me hace querer ayudara alguien. Porque no se trata de ser capaz, sino de querer.

Querer.

Punto de inflexión entre mi yo y el tuyo, que es tan grande que a veces cree abarcar una montaña que nadie te pidió escalar.

No.

Cuando quieres a alguien la empatía es lo que te hace querer seguir adelante. Es lo que te hace querer conocer más sobre sus miedos, para adelantarte a ellos o luchar junto con,
en contra de.
Es lo que te hace querer ver lo más profundo de alguien, aunque haya mucha mierda,
que la habrá.

Es lo que te hace querer explorar en sus esperanzas, esas que tú igual ya habías perdido al escuchar sus andanzas.

Es la más poderosa fuente de inspiración,
de escucha,
y,
sobretodo,
Compromiso.

El cual, ni se entrena ni se lucha en contra. Solo surge como necesidad.

Porque cuando alguien te importa, te importa en su totalidad.
En su bienestar,
y en su mal estar.

Y eso, en modo resumen, es todo lo que importa.


Porque amar no es no sufrir, sino hacerlo por el otro y por uno mismo, porque es así y sale solo. Porque no se planifica ni se evita. Y si a ti te duele, es por algo. Y si no quieres que te duela, es por todo lo contrario.

Neko 

No hay comentarios: