El rasgar del pincel contra el lienzo hacía de
banda sonora para aquella escena en la que el guion era la menor de las
preocupaciones. La cálida luz que entraba por las vidrieras sobrecargadas de
vetas de frustración, creaba en aquella sala un juego de sombras y color que
ningún anhelo habría podido rogar con tanta precisión. Mientras, los segundos
se aceleraban hasta marcar un paso frenético y autoritario en el interior de su
pecho. Sin embargo, sus manos seguían secas y emitiendo los nítidos trazados de
aquel cuerpo.
A pesar de que aquel retrato estaba alcanzando su
fin, la confusión del pintor no iba suavizándose; sino que el propio encargo
que aquella mujer le había realizado todavía le impedía hilar sus pensamientos,
y más con aquella dulce mirada clavándose en los andamios de un alma en obras. Cuando
terminó, exhausto, se sentó en su taburete tras firmar su obra e invitó a la
modelo a ver el trabajo ya finalizado. Con el corazón hecho un cóctel de
nerviosismo y esperanza, aguardó el juicio de aquella mujer de rojizos cabellos
que sonreía mientras observaba el cuadro terminado. Sin embargo, aquella espera
se prolongó más de lo que hubiese podido prever. Asustado ante aquel silencio
eterno que reinaba en su estudio miró su rostro y, contrariado, descubrió que
este se iluminaba con la sonrisa más pura que jamás había visto; tanto, que
sintió el deseo irrefrenable de volver a grabar esa imagen sobre el blanco y
agarrar aquel trocito de tiempo, egoístamente, para él. Pero, al volver a
observar aquel reflejo que ella admiraba hasta el punto de parecer un
caprichoso espejo que tan solo devuelve la bondad de un rayo de sol, descubrió
que en aquel trabajo había quedado completamente desnudo, entregando en la
mezcla de colores más de lo que, como ser humano, había dado nunca.
Se podía comprobar su fragilidad en el trazo del
contorno, su miedo en el deseo de aquellos labios y, sobretodo, la convicción
de su propio yo en la lontananza.
Cuan inesperado fue, cuando ella, sin tan apenas
variar la felicidad que irradiaba su rostro, sacó una navaja de su bolsillo y,
con el brillo del frío acero rasgó aquel milagro de la pintura hasta hacerlo
trizas; retales indescifrables de gloria. El grito ahogado del pintor enmudeció
al propio silencio que no pudo propagar ningún sonido a causa del shock.
Cuando ya, siendo víctima de la incomprensión −más
que de la indignación− se atrevió a preguntar por aquel acto, vio que de sus
ojos se volcaban dos lágrimas suicidas que no conseguían borrar la perfecta
sonrisa de su faz. Ella tomó la iniciativa negando cualquier esperanza por reclamar
alguna explicación.
− ¡Qué crueldad la de tus manos! Capaces de
grabar, no solo la imagen como si fueses capaz de fotografiar con tu pincel,
sino también los sueños que porta mi alma. Un alma caduca que te has atrevido a
inmortalizar, haciendo de mi mirada un perenne ideal−.
>> Nos empeñamos −prosiguió mientras sus
pasos daban la vuelta hacia uno de los grandes ventanales− a querer guardar en
la eternidad el recuerdo de una felicidad que no existe en el tiempo. ¿Acaso
podemos cuantificar en segundos ese golpe de calor que rebosa el pecho y, tan
solo, nos permite suspirar? Ansiamos felicidad, pero esta llega como un tornado
de polvo que, pese a sentir brevemente su presencia, jamás podríamos atrapar ni
tan solo una mota−.
>> Me asusta −reanudando su soliloquio con
la voz quebrada−, jamás un demonio persiguió mis días como el demiurgo del
tiempo que, al igual que la felicidad tratamos de detener, como si de una
ráfaga se tratase; para retener las ganas de vivir, que tanto nos faltarán
algún día. Por eso, el arte, debe ser efímero, como lo son nuestras vidas. Y
que, al llenarnos de él, pase al olvido; a los recuerdos. Como aquel beso que
dimos, como aquel llanto que no conseguimos esconder, como la lluvia que no nos
importó que empapase nuestro cabello−.
Se levantó de nuevo del alfeizar donde reposaba y
marchó decidida dejando un sobre en una vieja mesita con los honorarios, para
partir no sin antes dar un cálido beso en la mejilla del atónito artista.
Drizzt Beleren
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