viernes, 29 de abril de 2016

Anhelos al anochecer

      En el comienzo una imagen: alguien entre tus piernas. Pero no es a mí a quien se aferran. Rápidamente me instalo en la ventana sin más aspiración que encontrar algún descuido en el que no estés presente. Pero bastan diez segundos para que tus rasgos se tornen cada vez más claros. En esta ocasión una sonrisa se insinúa en tu rostro. Pero no soy yo quien la suscita. Contemplo tu cuerpo, y rescato cada uno de sus detalles. Pero no es a mí a quien se ofrecen. En tus ojos una mirada lascivia que no me pertenece. En tu sexo la certeza de la más intensa excitación. 


Algo contrariado, me enfundo los zapatos y me dirijo hacia ningún lugar. Recorro las calles de la ciudad, sin mayor aspiración que la de escapar de ti. Pasados unos minutos me topo en aquella playa que nos vio crecer. Flemático, examino el ajetreo de las olas; esas que me arrojan, sin querer darme cuenta, a un lugar contigo. Ya no consigo resistirme... 


Es una noche de verano. Entrelazados en la arena jugamos a ser lo que fuimos. Y lo que un día fue real se convierte en la mayor de las utopías. Vuelvo a cubrirme entre tus brazos tratando de oír el irregular latir de una vida contigo; siempre convencido en la durabilidad de todo aquello que es intermitente. Pero el mundo se nos ha vuelto plano. Pupilas que ya no brillan. Deseos que ya no se destapan. Extraños que ya no se extrañan. 


Monra

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