lunes, 21 de noviembre de 2016

Mañana vosotros.

Y en el mañana de hoy llegáis vosotros, intrépidos lectores de la vida y de mis palabras, que intento que vayan de la mano. Quizá a veces os parezca que estoy más en una deriva de la vetusta morla que retratando una realidad certera y puntiaguda... Pero es así como me he criado, con la ambigüedad y la abstracción por escuela, sin verdades universales, buscando en el entendimiento de los detalles el significado de la existencia. Y claro, así es como me gusta reflejar las cosas.

Como si del horóscopo se tratara, prefiero dejar frases abiertas, verdades a medias, sentimientos sin medias
tintas 
que se abran al mundo a través de mis palabras, de mis descripciones y con el cerebro como simple mediador de la coherencia del cúmulo de volcanes que siento y que no sé cómo expresar.

(Pero si vuelves a hablar de ti misma...)

Lo sé, pero es fundamental para que vosotros mismos os entendáis. Es una larga lección que espero ir comprobando a lo largo de mi existencia, por larga o corta que esta sea. El comprender a otros para entendernos a uno mismo. El ver en las ideas y las emociones de los demás retazos de una vida presente o pasada o futura que está por llegar cargada de un montón de reflexiones sobre uno mismo. No dudamos en tener al sabio de turno como aquel que nos ayudará en nuestro paraje incierto,
pero no reflexionamos que confiamos en él precisamente porque su experiencia le ha hecho llegar a sentir quién es.

Pues así, 
sin tener el delirio de quien se cree sabio pero no lo es, 
solo espero que el puñado de emociones que he podido llorar en algún momento de mi vida, llegue a vuestros corazones en forma de palpitaciones, 
de recuerdos,
de enseñanzas. 
Que os hagan entender un poco más de vosotros, del mundo, de la humanidad. 

Sí, yo misma me odio por esta última frase, suena a que estoy inmersa en una misión de salvación pero esto se lo dejo a los profesionales. Yo, más humildemente, solo busco que podáis ver a través de mis ojos aquello que un día os hizo daño, os cambió o, simplemente, os emocionó. 
Y sobretodo, que sepáis que no estáis solos en esto de sentir,
de emocionaros,
de confundiros,
de sentir,
de llorar,
de equivocaros,
de sentir...

En definitiva, no estáis solos en esto de ser personas. Aunque muchos científicos se empeñen en quitarnos la parte más humana que tenemos: la sensibilidad.

Tanto hacia lo propio como hacia lo ajeno.

Neko 

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