Y en el mañana de
hoy llegáis vosotros, intrépidos lectores de la vida y de mis palabras, que
intento que vayan de la mano. Quizá a veces os parezca que estoy más en una
deriva de la vetusta morla que retratando una realidad certera y puntiaguda...
Pero es así como me he criado, con la ambigüedad y la abstracción por escuela,
sin verdades universales, buscando en el entendimiento de los detalles el
significado de la existencia. Y claro, así es como me gusta reflejar las cosas.
Como si del
horóscopo se tratara, prefiero dejar frases abiertas, verdades a medias,
sentimientos sin medias
tintas
que se abran al
mundo a través de mis palabras, de mis descripciones y con el cerebro como
simple mediador de la coherencia del cúmulo de volcanes que siento y que no sé
cómo expresar.
(Pero si vuelves a
hablar de ti misma...)
Lo sé, pero es
fundamental para que vosotros mismos os entendáis. Es una larga lección que
espero ir comprobando a lo largo de mi existencia, por larga o corta que esta
sea. El comprender a otros para entendernos a uno mismo. El ver en las ideas y
las emociones de los demás retazos de una vida presente o pasada o futura que
está por llegar cargada de un montón de reflexiones sobre uno mismo. No dudamos
en tener al sabio de turno como aquel que nos ayudará en nuestro paraje
incierto,
pero no
reflexionamos que confiamos en él precisamente porque su experiencia le ha
hecho llegar a sentir quién es.
Pues así,
sin tener el delirio de quien se cree sabio pero no lo es,
solo espero que el puñado de emociones que he podido llorar en algún momento de mi vida, llegue a vuestros corazones en forma de palpitaciones,
de recuerdos,
de enseñanzas.
Que os hagan entender un poco más de vosotros, del mundo, de la humanidad.
Sí, yo misma me odio por esta última frase, suena a que estoy inmersa en una misión de salvación pero esto se lo dejo a los profesionales. Yo, más humildemente, solo busco que podáis ver a través de mis ojos aquello que un día os hizo daño, os cambió o, simplemente, os emocionó.
Y sobretodo, que sepáis que no estáis solos en esto de sentir,
de emocionaros,
de confundiros,
de sentir,
de llorar,
de equivocaros,
de sentir...
En definitiva, no
estáis solos en esto de ser personas. Aunque muchos científicos se empeñen en
quitarnos la parte más humana que tenemos: la sensibilidad.
Tanto hacia lo
propio como hacia lo ajeno.
Neko
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