lunes, 7 de noviembre de 2016

Reo del Vacío

El cursor parpadea en la pantalla, al principio del más simple documento de texto. Alterna su existencia lentamente, como un pequeño e insistente aviso de que el tiempo sigue adelante. Entretanto, yo permanezco suspendido en mi abismo mental.

"Lo notas, ¿verdad?
—Parece decir el cursor—. Ese sentimiento de opresión que emerge al mirar al vacío directamente. Pesado y cruel, pero atrayente como el más dulce de los besos. Es el pasado de nuestro pasado, y también el futuro de todo. Tú estás en medio, ¿y qué vas a hacer?."

Empiezo a escribir a trompicones. Las primeras palabras siempre son las que más cuesta expresar, y menos retirar. Dilato una frase, para exponer con suficiente dignidad la idea que busco cristalizar. Secciono otra cuyo concepto apenas deseo rozar. Mudo una última a una situación más idónea a su finalidad. La estructura es importante, los matices más. Cambio palabras por semejantes más certeros. Reescribo frases que escasean o rebosan claridad. Intento darle un ritmo al escrito, y una tonalidad. Al final, he rectificado casi todo lo que he ido escribiendo, y acabo releyendo el estrago que simula ser un párrafo con el rostro marcado por la decepción.

"¿De esa manera tan hosca pretendes colmar el pozo de tu existencia?."

 
No carece de justificación. Toda tentativa es deficiente si hablamos de llenar una descomunal oquedad. Tantas y tantas personas han entregado sus fuerzas a estudiar la manera de lograrlo. Y todos los individuos que alguna vez han existido han intentado, a su modo y con mayor o menor gloria, hallar la felicidad que anula esa cavidad. Pero, ¿qué es la felicidad? Hay tantas definiciones como filósofos, celebridades o de andar por casa, han pisado el mundo material.

"Estoy hablándole a uno de esos ordinarios autores, que se empeña en escribir para poder tolerar la realidad."

Al final, escribir no es sino otra manera de existir. Unos escriben sobre cosas mundanas, verídicas o no. Otros conciben naciones, lenguajes, criaturas, universos y hasta dioses. Hay quien se afana en delinear exhaustivamente un paisaje y quien intenta expresar los sentimientos que afloran al verlo. Mientras algunos navegan ligeramente por la superficie de su creación con el pretexto de hacer el paseo ameno y despreocupado, hay otros que escogen hundirse pesadamente hasta la esencia de cada detalle presente en su peculiar odisea. Coexisten narraciones con principio y desenlace, relatos que carecen de uno de ellos, y simples trozos de existencia sin origen ni conclusión. A veces, intuimos qué nos quería revelar el escritor, otras tantas no, y hay incluso ocasiones en las que no estamos seguros de que haya algún tipo de propósito detrás de las palabras que ha querido compartir. Temas hay tantos como formas de catalogar las ideas que podemos concebir, y estos pueden ser abarcados de manera evidente, disimulada, o evitarlos, para que el lector reflexione con su ausencia.

"¿Y qué eres tú? Firmas con un pseudónimo algo que se perderá en la posterioridad"


Yo no soy nada y aspiro serlo todo. Soy lo que dicen y lo que callan mis obras. Soy una trozo de mi ego y montones de añicos del cosmos que pretendo lentamente usurpar. Soy una vía de escape a ningún sitio que no se cansa de explorar. Soy un alter ego, una idea que se resiste a concretar. Soy algo que nació de la nada y allí se quedará hasta el final. Soy una creación deliberada sin cometido que crea dispares abortos de belleza mezclados con realidad.

Yo soy Melo, y nada más.
M E L O

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