Lo volví
a hacer, lo siento. Volví a quedarme callado y a dejar que hablases. Volví a
asentir a todo lo que decías como si te escuchase para después responder
vagamente con monosílabos. Volví a preguntarte por las cosas de las que ya
sabía que te encantaba hablar. Tan solo para poder trazar sobre la niebla los
algoritmos que te describen y, así, poder modelizarte. Poder convertirte tan
solo en constantes y variables, para controlar lo que me rodea. Pues el futuro
no es más que una fórmula compleja cuya infinidad de componentes hacen que esté
en constante cambio.
Podría
ponerte mil excusas, decirte que la culpa no es mía; que no soy más que un
hombre de ciencia que actúa por la voluntad de un ente ajeno como es el
conocimiento universal, pero te estaría mintiendo. Soy egoísta, como lo son las
flores con el aire, al que adulan con exquisitas fragancias tan solo porque les
alimenta. La ciencia es tan solo el medio para poder apropiarme de una realidad
demasiado difusa, y poder llegar a cerciorarme de todos y cada uno de mis
pequeños dogmas, esos que les quitan el sentido a todos nuestros pasos.
Pero
entiéndeme. Yo que siempre ando sobrio de vida por miedo a no ser el dueño de
mis pensamientos. Yo que vertí mil lágrimas por no poder comprender lo absurdo
de la humanidad. Yo que vi el final de este juego en el que nunca se gana. Yo
que fui muñeco golpeado como divertimiento general. Entiende que tenga miedo de
enamorarme de ti y quiera buscar en ti los patrones que no quiero encontrar
allí donde busco, seguramente porque inspira más la luna creciente, que todavía
sueña a lo grande, que la luna llena, que se desinfla tras el vacío de las
metas vencidas.
Drizzt
Beleren
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