miércoles, 18 de febrero de 2015

Ballet en la calle

Pasaron muchos años hasta que Clara consiguió hacer una pirouette. Aquella posición que hacía la bailarina de porcelana de su cajita de música, esa muñequita que giraba y giraba mientras escuchaba una dulce armonía. Era lo único que conseguía adormecerla cuando todavía solo podía soñar con ponerse por fin sus primeras zapatillas de punta y bailar sobre ellas. Me acerco hasta la puerta medio abierta de su clase en la academia de baile y allí está. Cada paso que da es como si escribiera la siguiente línea de la historia más hermosa del mundo.
-¡Otra vez! Primera posición y... plié... effacé...-verla bailar es algo maravilloso, es como etérea, simplemente parece que está volando.
Me ha visto pero ella no se desconcentra, sigue moviéndose con delicadeza y fluidez, como el agua. Al acabar y hacer su pausa, le doy el bocata que ha encargado del bar donde trabajo. Clara tiene ensayos todos los días menos domingos y lunes de nueve y media de la mañana a seis y media de la tarde con solo cinco minutos de descanso entre cada hora. Yo también sé lo que es tener un jornal intenso aunque de una forma distinta. Tengo dos trabajos para mantener a mi familia.

Somos buenos amigos a pesar de que pertenecemos a mundos distintos. Yo no tengo medios para desarrollar mi pasión, solo dos manos para llevar comida a casa. Aunque a veces necesito escaparme de todo un rato. Un artista sin alas puede llegar a perder la razón. Soy un músico callejero o lo que la vida me ha dejado ser. Mi pandilla y yo hacemos esto cada viernes por la tarde en la plaza más transitada del barrio. Cogemos cajas de madera para crear el ritmo, sacamos las guitarras, hacemos que la gente toque palmas, bailamos unos pasos informales y descarados para ponerle nuestra marca personal y canta el artista desconocido más salao de España. Yo. Cantar siempre ha sido mi red de seguridad, así logro evadirme de los problemas. Mi único amor es la música, aunque mis amigos dirían que también lo son las chicas del barrio a las que yo suelo llamar obras maestras. Ahora se han empeñado en que Clara es para mí una de ellas, pero no se trata de eso sino de admiración.

Desde que somos amigos me ha enseñado muchas cosas, me ha llevado a museos, me ha hablado de sus viajes, de su sueño de bailar en la Opera de París... A ella no le importa de donde venga solo hacia donde vaya. Mi percepción del arte cambió el mismo día que la conocí. Se estaba haciendo de noche pero teníamos bastante público y nos alargamos. Mi hermanito Luis estaba recogiendo más dinero que nunca en su gorra. Un éxito de día. Sin embargo, una voz firme paró el show:
-¿Eso es lo mejor que sabéis hacer?-preguntó Clara saliendo del resto de corrillo de gente.
¿Una chica en mallas desafiándonos? ¿Se proponía arruinarnos? Teníamos que reaccionar.
-Si puedes mejorarlo no te cortes-dije.
-Vosotros tocad-se atrevió.
La joven se puso en puntas hasta quedarse solo sobre una pierna, con la otra doblada sobre su rodilla y alzando los brazos hasta juntar sus dedos sobre su cabeza. Clara se había convertido en la muñeca de su cajita de música con aquella pirouette. Trataba de impresionar y realmente lo hizo. Miguelín improvisó un ritmo en la caja y Juan tocó la guitarra. Aquella insolente nos dejó helados. Por supuesto, redoblamos los ingresos con esa combinación de estilos tan original.


Algunas de las cosas que aprendí de mi amiga la bailarina es que a veces no es solo un cuadro, una canción, un poema o una coreografía. A veces el arte se esconde en una sonrisa, en una mirada o en una caricia. Otras está en el éxito pero también en un fracaso porque te permite estar más cerca del logro. Somos humanos porque caemos pero también porque somos capaces de levantarnos y seguir luchando. Humanos que buscamos la belleza hasta en el más mínimo detalle, ya que si prestas atención quizás veas la chispa de algo maravilloso. Algo mágico y apasionante que ciertas personas llaman amor, otros milagro y algunos locos como Clara y como yo lo llamamos ARTE.

Alicia Salazar

No hay comentarios: