martes, 17 de febrero de 2015

Tus manos...

Hoy me atrevo a fantasear, a huir de este mundo serio y a soñar con tus manos. Esas que no eran serias si no que se reían de la vida y de mis curvas, que le hacían gracia mis pecas y que se atrevían a trazar entre sus pinceles restos de orgasmos llenos de vida y de complicidad, mucha complicidad. 

Tus manos… Esas manos de artista, un tanto desgastadas y siempre llenas de marcas, de algún resto de alguna puta que te intentaba vender fantasías. Pero tú no te dejabas. Tú solo te permitías el lujo de soñar entre mis miradas, entre mis preguntas de niña inocente que te retrataba al milímetro. Fui la única capaz de definirte y de no dejarte sin un duro, porque de ti no buscaba tu materialidad sino tu alma, no buscaba tus obras de arte sino que me hicieras a mí una de ellas. Quería desangrar de ti cada uno de los ápices de tinta entramada entre mis risueñas marcas y que mis nervios no fueran si no destellos rojos y azules de un mapa que tú querías descurbrir.


Nunca te dejé. Y tú, pobre tonto, solo pensaste que era porque no te quería. Si no te quería… No sabes lo que en la distancia te amé. Pero yo, entonces, solo buscaba un poco de protección mental. Solo buscaba no encontrar en nadie nada que se pareciera a mí. Y tú, loco de la vida, artista, tan diferente de mis perfecciones, mis costumbres cuadriculadas que me hacían evadirme de mis costumbres eras las vía de escape más fácil sobre la que protegerme. Pero no solo acabé herida de ti, sino de mí contigo, de los dos, de lo que fuimos entre noches fugaces, de lo que compartimos entre restos de flashes, alcohol y sal. Mucha sal. Y mucha ficción. 

Neko

No hay comentarios: