lunes, 23 de febrero de 2015

Una sola palabra

Solo había una palabra resonando en mi interior, como un eco que reverbera constantemente, fruto de la furia que ardía en mí: Venganza.
La noche cubría mis pasos y el sonido de mis zapatos contra el acero eran suaves pero firmes. Mis pasos eran claros, fríos y equidistantes; tan solo buscaba un objetivo que tenía más que estudiado. Venganza.

Aquella palabra era mucho más que ocho letras. Contenía el nombre de mis tres hermanas que murieron ante el poder que gobernaba nuestra realidad. La prensa virtual hablaba del S.XXIII como el siglo del bienestar global en el que el ser humano disfrutaba de la vida contemplativa e intelectual, relegando el trabajo físico y forzado a seres programados virtualmente. Sin embargo, había partes sueltas en aquel puzle y, a la vez, éramos piezas tan necesarias... Así que mis dedos no temblaban al coger mi arma, pues eran dominados por la venganza.

Dos estantes de un mismo armario bien diferenciados. Arriba, los dueños de todo aquello que pisabas. Dueños de la tierra, de lo construido y del aire que respirábamos; pues suyas eran las máquinas depuradoras de oxígeno que nos permitían resistir en este planeta muerto como necrófagos insaciables. Junto a ellos, los intelectuales. Los nuevos perros guardianes. A cambio de toda comodidad, creaban, pensaban y transformaban la realidad con un solo propósito; hacer ganar todavía más a “los señores” como así se hacían llamar, para ser mantenidos en su burbuja. A todos ellos les llegaría su venganza.
Abajo, nosotros. Hacinados en cómodos estantes de 50 metros cuadrados de altos rascacielos, dormitamos dejando morir las horas; esperando ver un nuevo sol tras la cortina de niebla. No tenemos nada que hacer. Las máquinas nos libraron del trabajo y toda información nos llega a nuestro cerebro sin intermediarios: conocimientos y actualidad. Todo transmitido por un sistema virtual controlado por los señores. Ellos nos mantienen, todos iguales; todos muertos. Nos acusan de que realmente pedíamos esto cuando exigimos igualdad, nos recriminan ser culpables de la superpoblación, y nos recuerdan que es el sistema que ellos mantienen el que alimenta nuestros estómagos. Estas falacias serán calladas con nuestra venganza.

Rezo porque realmente haya funcionado y hayamos sido capaces de extraernos los chips que indican nuestra localización en todo momento “por seguridad”. A ojos del estado madre, la red virtual que lo comunica todo, dormimos en nuestras celdas como una noche más. La realidad es que más de la mitad de la población huyó lejos de la ciudad hace ya dos horas y que yo, busco venganza.
Sala de control, nadie vigila, no detectan ninguna presencia. Bajo por las escaleras que no se activan y llego al núcleo de madre estado. Muchos dicen que tiene conciencia propia, otros que son cerebros conectados de siervos que hicieron desaparecer en su día, los señores aseguran que es el mayor descubrimiento en la historia de la humanidad. En cuanto dispare, una reacción nuclear acelerada en cadena acabará con ella y con todo lo que no ha huido de esta ciudad, yo incluido. Tengo miedo y tiemblo, no quiero honor ni gloria, no quiero eternidad ni justicia; solo quiero Venganza.



Drizzt Beleren

No hay comentarios: