domingo, 14 de diciembre de 2014

A medias.

Miro mis manos, como si ellas tuvieran toda la culpa. Ahí están, vacías, sin ofrecerme nada. Malditas manos inútiles, ¿por qué no pueden escribir solas?. Detrás de ellas, una hoja de papel me desafía. "¿Vas a dejarme así?" parece decir, y yo... no tengo respuesta. Pintarrajeo pensativo la hoja. Escribo un par de cosas y las tacho, y empiezo otra vez. Cada intento se torna insípido y anodino. Nada tiene calidad y lo sé. Hace ya tiempo que no escribo nada bueno y ya no sé cómo intentarlo. Levanto la hoja y observo el resultado de mis intentos, la hoja garabateada y tachada. Le pregunto si así está mejor, pero ahora está silenciosa, como mis ideas. La inspiración se me acabó cuando superé aquella depresión. Y no es una queja.

Suena mi teléfono. Me levanto y lo cojo. Minutos más tarde estoy riendo en buena compañía. La vida me ha dado un giro brutal y me ha cambiado la perspectiva. Todo parece diferente y las metáforas para describirlo también han mutado. No soy escritor para estos momentos, me fallan las palabras. Soy diestro en lo duro y frío que arranca el alma. Quizá algún día sepa adaptarme, pero de momento no encuentro musa que me saque lo de dentro a través de mi vieja pluma. No puedo escribir sobre la calma. Quizá haya llegado el momento de dejar de escribir, quizá deba dejar este relato a medias.

MELO

1 comentario:

Anónimo dijo...

serías capaz de dejarnos a medias?? hablando de relatos claro está. :P