La botella ya está vacía
y aún le quedan muchas horas a la noche. Tú todavía no me conoces
lo suficiente pero ya sospechas que en mí hay algo raro...
diferente. Lo cierto es que yo estoy hecha al revés. En mí no hay
un ápice de coherencia. Pero eso no te importa porque pone la velada
más interesante. Pasa el tiempo y tú sigues sin apagar esa chispa
en tus ojos. Sé muy bien que estamos hechos de un material
explosivo, demasiado peligroso para estar juntos por mucho tiempo en
el mismo sitio. Tengo la sensación de que si te toco saldremos
volando por los aires. Creo que es porque estamos acostumbrados a
esperar el tortazo pero no la caricia, y cuando esta llega no estamos
seguros de si es real o no.
Miro al reloj, mi peor
enemigo. Ojalá que por arte de magia se parara en este mismo
momento. Este en el que estoy desconcertada e intrigada a la vez de
lo que estoy conociendo. Supongo que el corazón es como un chiquillo
avaricioso que quiere lo que quiere sin atender a lógicas de adultos. Él mío está demasiado a gusto en este nuevo juego y no
tiene intención de echarse pronto a dormir. Pero ya se está
haciendo la hora y aunque no nos habíamos dado cuenta es muy
tarde. Así que te lo digo, sin pensar ni un solo segundo en las
consecuencias: “Quédate”. Ni te estoy pidiendo matrimonio ni te
voy a atar a la pata de la cama. Solo quiero seguir disfrutando de
ti, por lo que mantengo la esperanza de que, finalmente, te quedes.
Una sonrisa se asoma por tu rostro y, a pesar de que intentas
contenerla, sale sin que puedas controlarlo. Entonces sé que no
importa tu respuesta, porque decidas lo que decidas no quieres irte.
De todos modos, un beso es la mejor respuesta de todas.
Alicia Salazar
No hay comentarios:
Publicar un comentario