martes, 21 de abril de 2015

Hurtful.

Hoy me he vuelto a levantar con tus palabras entre mis sábanas y los sudores fríos recorriendo mi espalda, que aun tiembla por tus arañazos, los que hiciste en esas noches en las que te alejabas de mí y me dejabas aquí, en nuestra querida ciudad.
En nuestra ciudad querida.

Y no, no entiendo cómo hoy, aun, me dueles. Cómo hoy, aun, no he sido capaz de conocer a nadie como tú. A nadie que me hiciera sentir un deseo tan irrefrenable. Salvo por mis miedos. Esos que siempre reflejé en ti.

El daño que me hiciste no se lo voy a perdonar a este Dios en el que tú creías. Este daño que he ido esparciendo en otras discusiones y del que tú, mi querida amiga, nunca sabrás. O sí, pero no del todo. Porque creíste saber mucho de mí pero yo nunca te mostré esta cara B que solo te devolvía en forma de reproches, de venganzas, DE SILENCIOS.

No, amiga. Este dolor lo llevo por dentro como una procesión fúnebre, o como mi mirada, que a veces eran lo mismo cuando yo no sabía cómo escapar de todo lo que me provocabas.

Claro que la cagaste, y mucho. Pero también te amé tanto que aún no he podido odiarte bien del todo, bien a mi estilo, ese tan rencoroso y huidizo entre 3 o 4 canciones mal sonadas y muchas telebasuras prominentes.

Sí, claro que habrá más mujeres u hombres que pasen por mi lecho, que se quieran quedar a vivir en mi pecho pero no, nadie me conocerá tanto como tú. Nadie sabrá que mis reproches eran el reflejo de mis miedos y de mis incertidumbres.

Porque no, nadie se parará a pensar tanto en mí como yo mismo o tú. Que a veces solíamos ser lo mismo.

No te había escrito hasta hoy porque no era tú y, en cambio, amiga mía, nunca voy a poder ser yo.




Atentamente,

tu oscuridad latente.


Neko 

No hay comentarios: