martes, 7 de abril de 2015

Monstruito de ojos verdes.

Mis preguntas con reproches, tu mirada perpleja, las mil explicaciones y un sinfín de discusiones. Nunca acababa bien peor yo seguía insistiendo en mi inseguridad, en mi no saber si sería a la siguiente noche en la que pasaría y así seguía todo. Aun no sé si me molestaba más que tuvieras demasiadas amigas o que ellas dijeran mentiras de mí. Aun no sé si mi inseguridad era fruto de la tuya o de las noches en las que acabábamos buscándonos las cosquillas entre miradas desconocidas y preguntas indecentes. Era nuestro particular juego pero sé que nos acabó destruyendo por dentro y por fuera.

Esa cuerda de la que tanto nos gustaba tirar acabó deshilachándose y tú, intentando ocultar todos tus miedos tras los reproches hacia mis amistades más que normales, acabaste jugando a lo mismo. Y yo, bien conocedora de tus compañías, acababa fantaseando con tres o cuatro furcias que acababan rodeándote.

Se podría decir que fue la imaginación, la no realidad lo que acabó consumiendo los sentimientos que existían de manera verdadera. Fue lo irreal lo que acabó desencadenando una serie de catastróficas desdichas en nuestros corazones, en nuestras complicidades, bromas, sonrisas y caricias…

Fue el monstruo de ojos verdes que acecha a cada relación que va de la mano, la que la acabó separando de por vida.


Y me alegro. Me alegro mucho. 

Neko

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