miércoles, 1 de abril de 2015

7 pecados - Parte II: El elegido

No era la primera oveja descarriada que acercaba a mi pastor, mi Dios. Habían sido cinco años en los que matar, o como él lo llamaba, “salvar a un pecador” había sido mi único trabajo. Empezaba a creer que esto iba a acabar con todo lo bueno que había construido a lo largo de los años. Obligado a sentir placer por lo que hacía crecía en mi un sentimiento de dolor. Furioso y atormentado, las noches se me hacían eternas y el miedo se agolpaba dentro de mi cada vez que él me pedía volver a repetirlo. Era insaciable. El olor a sangre me provocaba náuseas y los gritos de mis víctimas se hundían en las entrañas de mi cerebro.

Este había sido mi destino. Siempre. Él lo quiso así. Cuando nací del vientre mi madre, todos lo supieron: yo era el elegido. Nos lo demostró matándome por un momento, enseñándole a mi madre que solo él podía ser quien decidiese sobre mi futuro. Sin respiración y a punto de desvanecerme entre las almas pecadoras e impuras él me devolvió a la vida no sin antes dejar claro que este iba a ser mi destino, estaba escrito con sangre, con la que mi madre me hizo nacer.

Había llevado muchas almas con mi pastor durante estos cinco años. Almas perdidas, suicidas, olvidadas... Algunas incluso me suplicaban que lo hiciese, que acabase cuanto antes con el sufrimiento que la vida les había provocado. Era un deber agotador. Deseaba librarme de esta presión que invadía mi alma y me hacía sentir fracasado, golpeado por la vida. Pero no podía huir, él me había dado la vida y tenía todo el poder sobre mi. 

Sarasvati

No hay comentarios: