El calor me apretaba cada noche a la
misma hora. El sudor frío que recorría mi cuerpo me hacía despertar cada noche,
en el mismo instante como si fuese mi último aliento. Ensimismado perdía el
conocimiento siempre tras ese sueño infernal que me amargaba cada día. Deseaba
morir pero nunca sucedía.
Me sentía sucio, insolente, atrapado
en mis malditos recuerdos. Una historia amarga que resultaba ser la pura
realidad de mis últimos momentos, un recordatorio de lo que me esperaba en el
más allá.
Ya nadie me recordaba, nadie daba un
duro por mí. Había desaparecido como lo hace la nieve con los primeros síntomas
de la primavera. Estaba solo, perdido y como cada noche ese sudor frío me
revelaba la realidad de mi vida. Lo único cierto aquí era que todo estaba a
punto de acabar.
Algunas noches sentía miedo de
perderme entre las pesadillas de ese sueño, de que todo acabase. Debía llegar
mi último aliento pero el miedo invadía mis entrañas cada vez que mi corazón
paraba.
Sarasvati
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