martes, 17 de marzo de 2015

¿Pánico? Corramos.

Las noches intentando controlar sentimientos que nunca podrían sino salir disparados a cada acelerón de unas ruedas que yo no podía conducir. Las mañanas intentando disfrutar de palabras que solo me hacían querer huir por la puerta más cercana. Intentos inútiles de controlar algo, huyendo de él.

¿Controlar el qué? La incertidumbre.

Pequeña estúpida…

Las dudas no se recogen, lo más sencillo es dejarlas escapar y dejar que te rodeen con sus grandes garras mientras tú corres, mucho más rápido que ellas, mientras tú aprendes a controlar tu respiración y tus latidos, al ritmo que tú quieres y no al que quieren ellas. Esas que siempre van a estar acechantes tras tu lecho de preguntas, cuestiones y búsquedas. Pequeña de las dudas infinitas… Necesita siempre un interrogante con el que jugar, con el que fantasear… Pero con esos que se le volvían en su contra y le hacían querer huir, salir corriendo y llorar. Llorar fuerte contra su pecho.

Intentaba siempre buscar una estabilidad sobre alguien con el que cojeaba en pies, manos, sentimientos y momentos. Y no se daba cuenta de que la única fuente de estabilidad eran sus pies, en el suelo, sin nadie más a su lado estirando por obtener un poco más de su conocimiento. Ella solo se empeñaba en salir corriendo para no sentir esos pies que la sostenían con vida, para no sentir el aliento que tanto miedo le daba perder…


Fueron días de muchas huidas, escapes o evitaciones. Como se quiera denominar. Fueron días en los que aprendió a sostenerse sobre sí misma, sin esperar nada de los demás, porque los demás nunca entenderán ese estado. Porque es imposible. Porque solo la incertidumbre que sigue de su mano sería capaz de guiñarle un ojo con complicidad. Porque son las dudas las únicas que pueden entender ese sentimiento, siendo, a su vez, las puñeteras causantes…

Neko

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