-Tal
vez no hay momentos correctos, hombres correctos, respuestas
correctas… Tal vez solo tienes que decir lo que está en tu
corazón-repite una vez más Sarah Jessica Parker y yo la escucho como
si fuera mi esperado mesías iluminándome con su sabiduría, y en
cierto modo lo es.
Supongo
que si Carrie Bradshaw es realmente mi mesías, Sexo en Nueva York es
mi religión y la columna del personaje de la serie es mi Biblia, mi
Corán o mi Torá.
Sábado
por la noche pegada a la pantalla de la tele, tapada con mi cálida
manta de pelo y mi vaso de leche con miel imaginando que soy Carrie
viviendo todas esas aventuras y desventuras con sus mejores amigas.
En mi caso, yo había dado plantón a las mías para tener una cita
con estas fabulosas mujeres de la pantalla. Es curioso eso de soñar
de niña lo que vas a ser de mayor, todas las cosas que quieres ver y
hacer y cuando llega el momento conformarte con hacer las menos
arriesgadas, las que menos esfuerzo supongan, las que menos miedo te
den... Estar bajo mi manta es más seguro y verlo desde mi sofá
mucho más cómodo.
El
móvil vuelve a vibrar, otro whatsapp de las chicas, un ultimátum.
Tras la ruptura o el stop en una relación para reflexionar o como él
lo quiera llamar, encerrarme en mi cuarto es todo lo que necesito.
Aquí estoy desterrada de ese mundo de ahí afuera que a diferencia
de mí sí parece estar vivo. Pensándolo bien, las historias de la
serie no se alejaban tanto de la vida real, puede que todo lo que
parece increíble de ese mundo no sea tan inaccesible para mí. No
puedo pasarme toda la vida con miedo ¿Qué hay de ese libro que
siempre quise escribir? ¿Dónde están mis fotos de las pirámides
de Egipto? ¿Cuando haré ese cover que debí hacer hace tiempo?
¿Cómo es que aún no me he hecho esas mechas con las que me
imaginaba a los ocho años y el tatuaje que quería a los quince?
¿Por qué no le dije “quiero más que esto y lo quiero contigo”?
¿Qué hago aquí sentada en una noche de sábado cuando mis amigas
me han propuesto una salida de chicas?
Como
siempre mi mesías tiene razón. No hay un momento perfecto, así que no
puedo estar esperando eternamente a que llegue porque si sigo
esperando nunca llegará. La vida se trata de afrontar riesgos. Este
es un ultimátum para todo, para levantar el culo del sofá, ponerme
mi mejor vestido y mis tacones más altos y tomar las riendas de mi
vida. La vida que siempre he querido tener pero que nunca me he
atrevido a hacerla realidad.
No
importa el tiempo de más que necesite para convencerme de ello,
porque ellas ya están aquí y no van a aceptar un no por respuesta.
Funden mi timbre hasta que les abro y cuando me ven en este estado de
demacración voluntaria, no pierden ni un segundo para ponerse manos
a la obra. Me hacen pasar por chapa y pintura y salimos para
deslumbrar a Zaragoza, que puede que no sea Nueva York pero es una de
las mayores críticas de mi vida y creo que hoy me ha aprobado con un
sobresaliente. El sitio, la música, las bebidas y los chicos no
están nada mal, sin embargo, hay un detalle que impide que la noche salga como mis amigas esperaban. Él. Las chicas se ponen nerviosas, pero yo mantengo la
calma. Por muy indeciso que esté de lo que desea, si realmente me
quiere en su vida tarde o temprano se desvivirá por hacer que yo
esté en ella. Por una vez hago caso a Carrie y me atrevo a decirle
lo que siento y lo que pienso-no sé bien lo que buscas pero una cosa
es segura, no encontrarás a nadie como yo-ahora lo sé.
Alicia Salazar
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