martes, 24 de marzo de 2015

Tus abrazos.

Tus manos en mi pelo, o en mi cara, recogiendo un momento bonito. Una broma (re)conocida. Una sonrisa tras un dato que conocemos los dos. Una película que ya has visto 100 veces. Un juernes de fiesta por el mismo bar. Un café con las de siempre. Una cerveza con los de siempre. El autobús de cada fin de semana.

La comodidad se asocia con lo ya conocido, lo que no da incertidumbre ni ansiedad, con la estabilidad de un día en un mundo que está constantemente girando.

Me gustaría decir que yo no, pero yo sí y mucho.

Y también soy fan de la comodidad que me produce tu estabilidad emocional, tus ganas de ver siempre lo positivo, de no sacarme punta a mis defectos, que son muchos, pero tú los pasas por alto.

Comodidad es la tranquilidad de saberse querida, sin reproches, sin intentos de negación ni de anulación. Comodidad es estar un domingo tarde contigo, comiendo cualquier cosa y viendo cualquier cosa, pero con tus brazos abrazando la tormenta de emociones que soy yo, capturándome por un momento, sin pedirme reproches, sin buscarme nada mas que las cosquillas...

Dependencia? Ya no. Ya no es eso. Ahora la comodidad está también en los viajes, en las idas y venidas, en las dudas que ya entiendo por qué están y en las mil y una noches sin ti, pero contigo, sabiendo que estarás ahí pero sin agobiar, sin necesitar cada segundo de mi mente, sino confiando en los pocos segundos que te ofrezco.


Comodidad es empezar a confiar en mis sentimientos, y saber que son ellos los que me guían en este camino.

Neko

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