Te ríes de mí porque
me encanta repetir la profecía que Harry Potter escuchó aquella noche turbia,
pero es que significa tanto para mí. Tantos adolescentes días invertidos en
conocer ese mundo mágico, en descubrir sus historias y sus miedos, todo lo que conllevaba…
Y todo esto hace a
mi mente volar hasta el ahora, hasta el momento en el que me encuentro y al
antes, a mi yo de hace unos cuantos años, de cuando tenía 15 años, por poner un
ejemplo tonto, por poner una fecha importante. Aquella en la que empecé a darme
cuenta de que la vida puede ser muy jodida y que los conceptos se pueden
esfumar con la facilidad de la pluma de aquel pájaro que intentaba luchar
contra el cierzo. Pobre inútil.
Pero no es el
momento de reírnos de los pobres bichos con alas, sino de reflexionar sobre
todo lo aprendido y vivido. Y es que a mí, si hace unos años me hubiese venido
la profesora Trelawney a contar todo lo que me iba a pasar en estos años, la
habría denunciado por estafa…
Pero no.
Las vueltas que da
la vida, el destino que no se ha burlado de mí, los lloros y las roturas, las
fisuras en las esperanzas, el darme cuenta de que la gente no es cómo dice ser
sino cómo actúa, el conocer mis debilidades, mis asfixiantes miedos cuando no encuentro
un punto de apoyo entre tus manos, los pensamientos de otra gente que a veces
son totalmente impuestos por un montón de voces impuestas por su dopamina mal
compensada, los encuentros fugaces, el sexo sin amor y el amor sin sexo, las
búsquedas insaciables sobre algo que te encanta, las noches sin dormir, las
mañanas sin parar de meterte mil informaciones inútiles que posteriormente
vomitar tras tres o cuatro cervezas mal abiertas, los esquizofrénicos, los
borrachos, las borracheras con ellas, vivir fuera y vivir un ataque de pánico…
Enamorarse de una
sonrisa y de una mente y de una cabeza vacía y de un minino sin ojos y de los
atardeceres y de los amaneceres y de las emociones fuertes de las que antes
huía y de un cuerpo y de un lugar y de un río y de una hora. ¿Perder la
virginidad? Pensaba que eso nunca me tocaría a mí, pequeña incomprendida y
tímida. ¿Callada? Habladora hasta por los codos. Egoísta y altruista, todo a la
vez. ¿Psicóloga? Bueno. Aún no. Pero sí socióloga de la vida, de los consejos
entre ginebras y de los bailes entre jaggers metidos entre pecho y espalda. Y
conquistadora de momentos, de risas, de lugares. ¿Avión? Pensaba que eso solo
les pasaba a los ricos. Y volar entre emociones robadas por otros poetas, y
volar a ciudades distantes, a personas a las que echas de menos y volver,
volver a una ciudad que te ha dado grandes personas y anécdotas. Y no entender,
no entender nada y a la vez todo. Y soñar, soñar mucho, despertar y seguir
soñando. Y reír, reír hasta que te duele
la espalda e inventas una nueva enfermedad. Y sonreír, sonreír mucho. Tanto
sola como acompañada, tanto borracha como sobria, tanto aquí como allí, tanto
en sueños como durmiendo.
Y así podría hacer
una lista de tantas cosas que hace unos años habría pensado que era imposible
que yo viviera... Y ahora estoy intentando entender cómo he podido llegar hasta
aquí. Cómo lo he hecho sin ayuda. ¿Sin ayuda? Nada, no es el momento de fliparnos.
También he tenido golpes, caídas, y momentos en los que no pensaba que
fuera a ser capaz de no ser sin otro,
sin los brazos de un inseguro como yo. Momentos en los que pensaba que no
podría ser con nadie más, hasta que un grandullón apareció y me buscó, o le
busqué, o caímos juntos en algo raro. Y así.
Y que a mí que no me
cuenten cuentos, que las profecías son solo para los brujos. Los
"muggles" nos servimos más de objetivos, de luchar por lo que
realmente nos mueve las emociones y por aquellas cosas que, no sabemos muy bien
cómo, acaban sucediendo en nuestra vida y haciéndonos más fuertes. Más
nosotros. Más futuro, menos pasado, menos pequeños y más inmensos.
Neko
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