martes, 3 de marzo de 2015

Mágico mundo.

Te ríes de mí porque me encanta repetir la profecía que Harry Potter escuchó aquella noche turbia, pero es que significa tanto para mí. Tantos adolescentes días invertidos en conocer ese mundo mágico, en descubrir sus historias y sus miedos, todo lo que conllevaba…

Y todo esto hace a mi mente volar hasta el ahora, hasta el momento en el que me encuentro y al antes, a mi yo de hace unos cuantos años, de cuando tenía 15 años, por poner un ejemplo tonto, por poner una fecha importante. Aquella en la que empecé a darme cuenta de que la vida puede ser muy jodida y que los conceptos se pueden esfumar con la facilidad de la pluma de aquel pájaro que intentaba luchar contra el cierzo. Pobre inútil.

Pero no es el momento de reírnos de los pobres bichos con alas, sino de reflexionar sobre todo lo aprendido y vivido. Y es que a mí, si hace unos años me hubiese venido la profesora Trelawney a contar todo lo que me iba a pasar en estos años, la habría denunciado por estafa…

Pero no.

Las vueltas que da la vida, el destino que no se ha burlado de mí, los lloros y las roturas, las fisuras en las esperanzas, el darme cuenta de que la gente no es cómo dice ser sino cómo actúa, el conocer mis debilidades, mis asfixiantes miedos cuando no encuentro un punto de apoyo entre tus manos, los pensamientos de otra gente que a veces son totalmente impuestos por un montón de voces impuestas por su dopamina mal compensada, los encuentros fugaces, el sexo sin amor y el amor sin sexo, las búsquedas insaciables sobre algo que te encanta, las noches sin dormir, las mañanas sin parar de meterte mil informaciones inútiles que posteriormente vomitar tras tres o cuatro cervezas mal abiertas, los esquizofrénicos, los borrachos, las borracheras con ellas, vivir fuera y vivir un ataque de pánico…

Enamorarse de una sonrisa y de una mente y de una cabeza vacía y de un minino sin ojos y de los atardeceres y de los amaneceres y de las emociones fuertes de las que antes huía y de un cuerpo y de un lugar y de un río y de una hora. ¿Perder la virginidad? Pensaba que eso nunca me tocaría a mí, pequeña incomprendida y tímida. ¿Callada? Habladora hasta por los codos. Egoísta y altruista, todo a la vez. ¿Psicóloga? Bueno. Aún no. Pero sí socióloga de la vida, de los consejos entre ginebras y de los bailes entre jaggers metidos entre pecho y espalda. Y conquistadora de momentos, de risas, de lugares. ¿Avión? Pensaba que eso solo les pasaba a los ricos. Y volar entre emociones robadas por otros poetas, y volar a ciudades distantes, a personas a las que echas de menos y volver, volver a una ciudad que te ha dado grandes personas y anécdotas. Y no entender, no entender nada y a la vez todo. Y soñar, soñar mucho, despertar y seguir soñando.  Y reír, reír hasta que te duele la espalda e inventas una nueva enfermedad. Y sonreír, sonreír mucho. Tanto sola como acompañada, tanto borracha como sobria, tanto aquí como allí, tanto en sueños como durmiendo.

Y así podría hacer una lista de tantas cosas que hace unos años habría pensado que era imposible que yo viviera... Y ahora estoy intentando entender cómo he podido llegar hasta aquí. Cómo lo he hecho sin ayuda. ¿Sin ayuda? Nada, no es el momento de fliparnos. También he tenido golpes, caídas, y momentos en los que no pensaba que fuera  a ser capaz de no ser sin otro, sin los brazos de un inseguro como yo. Momentos en los que pensaba que no podría ser con nadie más, hasta que un grandullón apareció y me buscó, o le busqué, o caímos juntos en algo raro. Y así.


Y que a mí que no me cuenten cuentos, que las profecías son solo para los brujos. Los "muggles" nos servimos más de objetivos, de luchar por lo que realmente nos mueve las emociones y por aquellas cosas que, no sabemos muy bien cómo, acaban sucediendo en nuestra vida y haciéndonos más fuertes. Más nosotros. Más futuro, menos pasado, menos pequeños y más inmensos. 

Neko

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