miércoles, 12 de marzo de 2014

Botón de reinicio

La vida tiene botón de reinicio, como un sofisticado reloj digital con un tiempo límite y, al llegar a ese último segundo que nos pertenece, el reloj reinicia de cero. Una luz blanca me destella y protejo mis ojos con las manos. Me arrastra hacia lo desconocido y estiro los brazos para aferrarme a mi, a mi vida, pero es demasiado fuerte. Consume ese último instante en el que soy consciente y no distingo entre donde acaba y donde empieza. Me desengancho de todo aquello y pierdo la noción del tiempo, del lugar. Lo blanco se vuelve negro y lo escrito retorna como una hoja de papel nueva. Después me cogen en brazos. Grito. Grito y lloro. No puedo abrir los ojos y eso me frustra todavía más. Siento un aliento cálido, un beso cariñoso-duerme, cariño, no hagas caso del barullo que de la vida ya me encargo yo-ambos pronuncian un nombre. Mi nombre. Es lo primero que conozco de mí-Cristina.

/ 21 años más tarde/ Zaragoza, 21-3-2014 / Facultad de Filosofía y Letras /
-Señorita, Abellán, ya sé que no le interesa mucho la vida de Rosario Latorre, pero atienda un poco. Luego le cuenta a su compañera el chiste-ladra el profesor y yo asiento-para una vez que hablamos de una autora aragonesa...-gruñe y sigue explicando-Rosario Latorre nació el 6 de abril de 1953 en Illueca y estudió allí en una escuela pública aunque, en realidad, se crió en casa de su tía que vivía en un pequeño pueblo de la zona. Allí, se casó a los 22 años con Francisco Villán, dueño del ultramarinos, y tuvieron un hijo. Escribió poesías, libros de cuentos...
En realidad, sí me interesa. Latorre es una de mis escritoras preferidas. Sus cuentos están llenos de color, misterio, juegos, secretos, logros... de vida.

Al salir de la última clase del viernes y sentir el sol en mi piel, solo puedo sentir libertad. Como rápido con mis padres y nos ponemos rumbo al pueblo. Hay celebración y, sobre todo, fiesta. Tras el viaje y dejar las bolsas, me escapo a mi pequeño paraíso. A las orillas del río. Entre los árboles. Sobre las montañas. Sentada en una roca en medio de una orquesta de armonías. Allí siempre me llega la inspiración para mis versos. Allí. Donde me siento completa y reina la calma-”Habré sido muy feliz aquí en alguna vida pasada”-pienso. Más tarde, llega la luna, la noche, la fiesta, lo chicos. Uno se acerca pero no lo conozco. Es de otro pueblo y se llama Jaime. Sus ojos centellean y desprenden magia. Entre nosotros hay una química que escapa a la lógica, parece anterior a nosotros mismos. Él trabaja en la tienda de sus padres y por lo que dicen los demás, es un buenazas.

/ 3 meses más tarde / Setenil de las Bodegas (Cádiz) 17-7-2014 /
Jaime me coge de la cintura y me tira al agua. Hoy hace un día radiante en la playa. Me escapo. Me atrapa. Me escapo. Me atrapa. Me acerco a su oído y le susurro-Si pudiera volver a nacer, a vivir, quizás en otra vida... siempre te encontraría.

/ 2 años más tarde / Zaragoza, 21-10-2016 /
El repartidor me entrega el paquete, firmo, me despido y corro al salón para abrirlo. Es mi libro. Lo abro en la primera página y leo la primera línea: “La vida tiene botón de reinicio, como un sofisticado reloj digital con un tiempo límite y, al llegar a ese último segundo que nos pertenece, el reloj reinicia de cero.”

Alicia Salazar

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