domingo, 16 de marzo de 2014

Tu vida, Marco

"Hola, Marco. Estas palabras ya casi serán tan viejas como yo lo soy ahora, pero tenía que hacértelas llegar y esta es la única manera que se me ha llegado a ocurrir.

Yo... no sé hacer estas cosas. Las veces que he cogido una pluma o un bolígrafo en mi vida han sido para rellenar papeles y dejarlos igual de vacíos, tomar simples notas o firmar.

No he tenido una vida sofisticada ni compleja, ni se me dio esa oportunidad. Hoy me maravillo ante las oportunidades que se abren ante vosotros, jóvenes, mientras, indecisos, no las sabéis aprovechar.

Ante todo te diré una cosa: tienes una vida por delante, Marco, no te impacientes. No pretendas vivir antes de aprender, ni aprender antes de observar. Existe el dicho que dice que sólo se aprende de los errores. No es del todo cierto. La verdad es que se aprende más de pensar, antes y después de errar.

No te obsesiones con tus metas, pues así muchas cosas importantes se te escaparán. Recuerda que la frustración no es buena y que muchas veces es mejor respirar tantas veces como necesites para no estallar, y que si estallas normalmente te harás más daño a ti y tus cercanos. Puede ser que alguna vez te caigas, pero no te desanimes y vuélvete a levantar, nunca te juzgaremos por ello más que lo que tú lo harás. Aprende a admitir tus caídas, y así sabrás cuando te estás levantando.

Intenta tener cerca a la gente que aprecias, y lejos a aquellos que te pueden dañar. Todos somos personas, recuérdalo, y es mejor si nos podemos ayudar.

Es posible que cuando leas esto sólo me recuerdes como el viejo abuelo con el que solías jugar, o ni eso, pero quiero que sepas que si pudiera alargar mi vida un poco más lo haría para verte y hacerte crecer. Lo hagas como lo hagas, tu vida será tuya, y en eso has de pensar. Ojalá logres todo lo que te propongas, o, al menos, puedas sonreír, como yo, al mirar atrás.

Un abrazo, pequeño. Ve y vive todo aquello que tengas que vivir, más allá de lo que yo haya podido imaginar verte vivir."

Marco relee estas líneas, ya tantas veces leídas, esta vez en alto. Sus ojos apenas pueden contener los años vividos y los sentimientos acumulados en ese momento y, por ello, lee con dificultad. Su nieto escucha atento, tal y como Marco no pudo. Ha tenido el abuelo que todo niño merece, aunque él sólo sabe que estando con su abuelo se siente bien.

A pesar de lo que pueda parecer, Marco no estuvo solo nunca. Su abuelo y sus consejos siempre estuvieron a su lado. Las palabras resonaron tantas veces en su cabeza que las podría recitar de memoria, aunque ni recordara su ronca voz. Él recordaba algo mucho más importante: su forma de ser, la esencia de lo que le haría ver la vida con unos ojos diferentes, más caritativos. Y aún ahora en silencio lo abrazaba, mentalmente, con la misma fuerza que de pequeño abrazara a su pierna cuando le decía que tenía que marchar.

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