Te giras y te sorprende
ver que hay alguien más habitando tu cama. Lo miras y prefieres no cuestionar
nada, porque no es el momento, porque no quieres perder otra vez. Vuelves a la rutina pero de vez en cuando te
vienen a la mente diversas cuestiones. Entre ellas, y la más importante: ¿Quién
es?
Sabes que está en tu
naturaleza preguntarte por qué el mundo le ha hecho así. Pero cuando tomas la
decisión de dejar tu coraza de lado y darle una oportunidad, él te da un
portazo. Te deja abandonada entre sábanas y estados febriles, deliras y sigues
pensando: ¿Quién es? ¿Por qué actúa así? ¿Por qué no me responde?
Cuando cierra todas las
posibilidades a seguir hablando con él, lo comprendes, no vas a poder responder
a tus innatas necesidades y te jode. No es que te joda, es que te revienta no
poder conseguir lo que necesitas. Lo que ansías.
Y él lo hace con tanta naturalidad
que te hace querer saber aún más, saber cómo es capaz de pasar de ti sin ningún
tipo de remordimiento a pesar de saber quién eres tú. Y te desespera, y te hace
querer seguir encontrando en sus rincones más cosquillas o más ideas
verdaderas, más canciones, más filosofías. Pero no va a ser así.
Ya no das más vueltas en
la cama porque ya te conoces todas las arrugas de la almohada pero eres incapaz de conciliar los pensamientos en esa nube de ideas que ronda tu mente desde
hace unas semanas.
Finalmente, decides
desistir de tus obsesiones, no sabes cuándo parar pero piensas que ese es el momento
adecuado de distraerte… Y justo, entonces, él decide conocerte más en
profundidad...
Y ahí, tu orgullo puede tomar la racionalidad de su mano o… Puedes
dejar que tu necesidad innata consiga saciar un poco más su sed…
Neko
No hay comentarios:
Publicar un comentario