Clara es una chica que nunca ha
tenido amigos. Desde niña se le hizo difícil relacionarse con la gente de su
edad porque nada le hacía feliz. Con el paso de los años empezó a cerrarse más
en sí misma y ni siquiera se preocupaba por tener a alguien cerca.
Cuando los primeros signos de su
pubertad empezaron a verse se dio cuenta de que la soledad, aquella que le
había encantado durante toda su vida, empezaba a hacérsele grande. Pero, para
entonces, ya era demasiado tarde.
Quienes la conocían, aunque solo fuera
de vista, coincidían en que Clara era un bicho raro, una persona que no quería
molestar ni ser molestada. Aunque lo intentó varias veces, nunca recibió nada
más que simples respuestas a sus saludos. Para aquellos que Clara ignoró
durante años ya no era momento para iniciar una amistad.
Poco a poco Clara entendió que,
gracias al comportamiento que tuvo durante años, ya no sería aceptada por sus
compañeros. Como si se tratase de una sombra que persigue al atormentado, Clara
empezó a sentir que no relacionarse con nadie le quedaba grande. Quería,
deseaba, salir y hablar con alguien que
no fuese ella misma.
Los meses pasaron y Clara seguía
igual hasta que, un día, pensó que quizás podría empezar de cero con alguien.
¿Dónde? Se preguntó mil veces hasta que por fin se le ocurrió la que para ella
fue la mejor idea: Internet.
Creó un perfil en un chat y en
cuestión de minutos ya le habían saludado varias personas. De todos aquellos con
los que habló el primer día dos siguieron hablando durante meses y años con Clara. Dos personas que,
en el momento de conocerlas, Clara no imaginó que acabarían por ser
imprescindibles en su vida.
Sarasvati
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