La latente esperanza de un nuevo sol comenzaba a
iluminar todos los rincones de lo existente, y él, apoyado sobre la silla de su
escritorio, acumulaba una noche más en vela sin otro objetivo que el poder
admirarla, al menos una vez más. Desde que recibió aquella triste noticia, tachaba
los días del calendario, como un preso esperando su libertad. Hace un par de
lunas que se cumplió su condena.
Dio media vuelta y continuó escribiendo:
“… Parece que el sol me concede
otro día más, minutos que, ante la gélida caricia de la tierra bajo la profunda
llamada del sueño eterno, son el mayor de los regalos. Ahora tu madre duerme,
supongo que tú también lo harás.
Sé que el olor de la tinta de mis
palabras no será suficiente, y que mi foto tras el frío cristal no calmará tus
lloros en la noche. Te pido perdón. Mi mundo se apaga, pero el tuyo se abre a
los ojos de la vida.
Aprenderás, día a día, que eres el
dueño del rumbo de tus sueños; y no temas el fracaso, será tu mejor maestro. Que
el camino de la esperanza hacia el templo de la felicidad sea un sendero de
paz, donde tus noches apacigüen el latir de tus incansables deseos. Rige de
forma valiente tu destino, pero nunca, jamás, gobiernes sobre nadie. No hay
mayor tesoro en este mundo que la libertad.
Que sea la belleza del cielo la
que te ciegue y no falsos estandartes ni banderas. Tu hogar será allá donde
pises y el viento rozará tu rostro bañado por el sol. No dudes en correr, en
gritar, en llorar y en amar. Pero sobre todo, ama.
Yo estaré sonriendo en el agua de
la lluvia, seré la estrella más lejana del firmamento en las noches de soledad,
el olor de las rosas tras el rocío matinal, un trino en primavera, la nieve que
arderá en el fondo de tu alma.
¿Te cuento un secreto? No hay ningún
dios más allá del horizonte, y donde la luna duerme tan solo hallarás
oscuridad. Pero en breve recibirás el mayor de los regalos: La Vida. ¿Y qué
sentido tendrá, si todos nuestros pensamientos perecerán junto a nuestra
marchita piel? Lo descubrí hoy, mientras los primeros susurros del sol
acariciaban la faz de tu madre que soñaba con tu llegada. No hay mayor regalo
que el poder amar. Ama con locura, y que cuando tu corazón descanse, que sea un
corazón enamorado.”
Drizzt Beleren
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