Tres años. Más de 1000 días. Durante
este tiempo mi vida ha dado un vuelco muy grande. Nunca antes había tenido a
alguien en mi vida que realmente me llenase tanto. Bueno, en realidad miento. Hace
12 años, cuando tenía tan solo 8 añitos conocí en el cole al que durante 2 años
fue alguien muy especial para mi. Éramos inseparables, siempre juntos, nos
metíamos en problemas y pasábamos todo el tiempo juntos. Recuerdo que una vez mis
padres lo invitaron a la playa con nosotros y estuvimos todo el verano juntos.
Nunca me cansaba de compartir el tiempo con él. Los dos éramos felices hasta
que todo cambió.
Un día, cuando tan solo teníamos 10
años fuimos a cenar todos juntos, mis padres y los suyos. Para nosotros era
algo normal. Nuestros padres se hicieron muy amigos gracias a que él y yo
estábamos siempre juntos y muchas veces salíamos las dos familias a cenar o
incluso de excursión.
Sin embargo, esa noche fue
diferente. Los padres de mi amigo, de Juan, nos comunicaron que esa cena, la de
un 8 de octubre, iba a ser la última con nosotros. Juan no sabía nada. Cuando
nos enteramos los dos rompimos a llorar. La familia de Juan debía viajar a
Alemania por motivos de trabajo y probablemente no volverían jamás.
Para mi este fue un golpe muy duro.
Juan era mi mejor amigo, mi único punto de apoyo. Habíamos estado juntos
durante dos años. Éramos inseparables hasta que se tuvo que ir.
Desde que Juan se tuvo que ir nunca
encontré un amigo como él, alguien que con tan solo mirarme me entendiera así
que, poco a poco, dejé de hacer amigos. Empecé a estar sola, siempre sola. Solo
pensaba en Juan. Pero nunca volví a saber de él.
Cuando empecé el instituto me
obligué a hacer amigos, a tener alguien con quien salir pero nunca me
llegué a sentir como lo hacía con él, mi alma inseparable.
Los años fueron pasando poco a poco
y Juan fue desapareciendo de mi cabeza. Ya casi no me acordaba de él hasta que
un día…
...Estaba en un bar con unos compañeros
de clase tomando unos cafés cuando un chico de unos 17 años se acercó a nosotros.
Me miró y dijo:
-¿Eres tú? ¿Alicia?
Yo no sabía de que le conocía pero
la verdad es que me sonaba mucho.
Sin embargo, solo me hicieron falta
10 o 20 segundos para reconocerle. ¡Era Juan! Mi mejor amigo.
En ese mismo momento me lancé a sus
brazos y no pude evitar llorar de alegría. Él tampoco se había olvidado de mi.
Es más, había esperado siete años, siete largos años para poder venir a
buscarme. Él deseaba que yo no hubiera cambiado de casa porque quería, deseaba
volver a verme.
Los siguientes dos días los pasamos
encerrados en mi casa. Nos pusimos al día y recordamos viejos momentos. Yo
volví a ser la misma. Por fin volvía a tener a mi alma gemela cerca.
Pero de repente empecé a sentir algo
por Juan. Me di cuenta de que no solo le quería como un amigo, quería que fuera
algo más. Lo que yo no sabía es que Juan siempre había sentido eso mismo por
mi. Que, con ocho años, ya estaba enamorado de mi y que en estos largos 7
años en Alemania, lejos de mi, no había dejado de pensar en nosotros.
Justo en ese momento en el que yo
estaba pensando cómo podría decirle a un amigo de mi infancia que estaba
enamorada de él, Juan me besó en los labios. Era un 8 de octubre. En ese
momento parecía que esos largos 7 años hubieran sido tan solo horas porque Juan
y yo seguíamos siendo los mismos.
Han pasado tres años desde entonces.
Tres años desde que mi mejor amigo de la infancia, mi mejor amigo de siempre vino a buscarme y se
convirtió en mi pareja.
Es verdad que no somos una pareja común porque seguimos
siendo mejores amigos pero estamos enamorados. Y estoy segura de que es
precisamente eso lo que nos hace estar
tan unidos.
¿Vosotros
qué opináis?
Sarasvati
No hay comentarios:
Publicar un comentario