martes, 22 de abril de 2014

Lover of the night.

- “Esto no va a ser una historia bonita” me dijo en silencio, mientras su mirada me deshojaba, mientras lento se acercaba a mi mente y me leía hasta la etiqueta de las bragas.
- “Aráñame el alma, pero no me desarmes el corazón”, le intenté susurrar entre mordiscos y sueños rotos por sus pantalones.
Es curiosa tu mirada que me pregunta con miedo e incertidumbre qué es lo que estoy buscando de ti. “No lo sé.” Y por eso sonrío. Y por eso me temes más.
El miedo te acelera, lo noto. Tus brazos, tensos, agarran mis ilusiones y mis pretensiones, al mismo tiempo. Flojean un momento, eso es que estoy llegando donde querías y me miras, sonríes y eso me hace confiar en ti. 
Nos seguimos buscando los puntos débiles y los arañazos nos dan indicaciones sobre lo que el otro está deseando, un poco más, solo un poco más. Paramos. Cambiamos. Volvemos. Dormimos. Me despiertas entre besos en el cuello y caricias. Me encuentras. Sonrío. Sigo sin saber qué haré contigo en unas horas. Volvemos. Sudamos. Me  temes aun más. Te excito aun más.
Apagamos la noche mientras el día se despierta con dos poetas de la tempestad abrazando la tormenta de sensaciones que vivieron en silencio hace unas horas.
Todo funcionó a la perfección… Pero ya sabes lo que dice el dicho, lo bueno si lento dos veces breve.
Así que… Días, horas, meses, minutos… No sé cuánto tiempo pasé esperándote y fantaseando con tu dedo en mi cintura. Yo quería beber más de ti pero tú, como buen vividor de la nocturnidad y de los bares de encuentros inesperados en noches azules, o verdes, o grises… sabías cómo huir.
Podría decir que te fuiste sin dejar huella, sin dejar marca, pero mi espalda no decía lo mismo y mis piernas, aun temblorosas, tampoco. Es muy fácil hablar de sexo, lo difícil es vivirlo a pelo y no salir herido de él.
Podría mentir y afirmar que se me dio bien lo de no encapricharme de ese ligue de una noche, pero hoy estoy rabiosamente sincera. No pensaba que esas tonterías por las que tanto me metía con él acabarían metiéndose en mi corazón, me quitarían un pequeño pedazo y me lo devolvieran en forma de rabia.
Cuando notaba sensaciones extrañas de vacío se lo comenté a mi poetisa de la enfermedad sexual particular. Ella me sentenció con un simple “bienvenida a los rollos de una noche”.
No me gustó. ¿O sí?
Mientras me planteaba si llamarte o no, he probado otras bocas, he bebido de otras fragancias, de otras mentes, de otras vidas. Y, gracias a ellos, o a mí, he caído en la cuenta de que no soy de acurrucarme entre piernas y alucinaciones de poetas, yo tengo que delirar con ellos, al mismo ritmo, de la mano o de los pensamientos, pero unidos.
Pero, aunque podría decir que he aprendido la lección, como he dicho, o me dijeron, esta no es una historia bonita. Sé perfectamente que, como cualquier otra droga, esto tiene sus pros y sus contras. Y que, con otras drogas, los pros se acentúan mientras tu sonrisa se clava en mi clavícula y me pide un poco más esta noche.
Ahora, como buena estúpida humana que soy, creo que lo que viene es muy distinto o que, por lo menos, lo soy yo. Y quizá, por eso, ahora ya no hablo. Solo actúo.
Cuanto más en silencio bailes conmigo esta noche, más posibilidades tienes de tenerme derrotada en unas horas. Cuanto menos quieras demostrarme lo que te importa que me importes, más me importará que vuelvas a encontrarte conmigo. En unas horas o en meses. Pero encuéntrate conmigo.

Neko

1 comentario:

Unknown dijo...

Precioso .. tú si que sabes loveeee :)