“La prosa poética es la narrativa elevada al máximo
grado de belleza existente, la poesía errante que no encuentra rima que guíe su
camino.”
Otro folio, otro papel en blanco, otra aventura... Otra desilusión. Lo que durante muchos años fue su medicina, lo que alimentaba
su alma cuando la luna asomaba cruelmente por el firmamento, ahora se había
convertido en una tortura. Cientos de bellas declaraciones de amor, miles de
temores ante el paso inevitable de tiempo, y millones de secretos que tan solo
el insomnio del aire conocía, se agolpaban en su recuerdo. Él, que siempre
decoró la vida con el aroma de sus pasiones, que escribía para poder completar
el trocito que su corazón perdía con cada nuevo amor, fracasaba.
Gritó, arrugó el papel entre sus manos y arrojó la
frustración a un mar de fallidos intentos. Una nueva hoja, una nueva derrota.
Miraba sus manos y observaba como sobre ellas había
caído el mejor de los castigos, el que siempre era el último de sus ruegos.
Años diseccionando su interior entre grabados quedaban presos en el tiempo,
ocultos a sus ojos, disidentes de su vida. Rey absoluto de la prosa poética,
jamás supo escribir narrativa.
Sabía que era un caso especial, sabía que sus
escritos eran canciones de otro mundo, y que solo él comprendía su significado.
Eran un reflejo de su ser, en el que la sonrisa ajena ante sus actos valía para
continuar su viaje aunque verdaderamente solo él se entendiese. Ahora no era
así. Ni los más perfectos acordes podían reactivar su creatividad.
Se levantó frustrado, sabiendo la causa de su
agobiante malestar. La miró, ella dormía tranquila. El crepúsculo se posaba en
el inmenso mar de vida, iluminando la felicidad que le arrebataba las palabras.
Quizás ella no entendía los engranajes de su alma, pero su cerebro dejaba de
funcionar si sus ojos se clavaban en lo más profundo de su ser. Suspiró.
Afortunadamente sufría la maldición más venerada de todas. Su enamorada alma
jamás podría volver a escribir y ser la más famosa pluma sobre la existencia. Pero su
vida había hallado un sentido, y su corazón no necesitaba de ningún parche de
tinta para funcionar. Encontró el amor.
Drizzt Beleren
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