sábado, 5 de abril de 2014

Viajar sin salir de la cama

Desde niño siempre me encantó salir, conocer ciudades y culturas. Sin embargo, mis padres preferían aprovechar y compartir su mes de vacaciones entre la playa, todos los años la misma, y el pueblo. Aunque no acababa de convencerme siempre hacer esos planes acabé acostumbrándome y durante mi infancia no tuve tiempo de “ver Mundo”. A veces pienso que viajar es mi mayor pasión porque de pequeño no lo hice. Sé con certeza que otros, aquellos que de pequeños eran arrastrados por sus padres a varias ciudades, monumentos y paisajes, han acabado odiando viajar. Ojalá yo pudiese verme en esa situación.

Conforme fui haciéndome mayor decidí ahorrar para que, cuando tuviese el dinero necesario, poder conocer al menos un país diferente al mío. Como destino elegí Japón. ¿Por qué? No lo sé, supongo que la razón principal es porque es una cultura totalmente diferente a la nuestra y algo así quería ver la primera vez que sacaba los pies de España.

Sin embargo, a dos meses de cumplir los 20 años, me detectaron una enfermedad rarísima, de la que solo había una veintena de casos en el Mundo. Obligado por los médicos a guardar cama, mi sueño de viajar se perdió entre resignaciones.

Mi enfermedad no me permitía prácticamente salir de la cama. Estaba todo el día pegado a un gotero y rodeado de familiares preocupados por mi salud. Mi objetivo en la vida, mi sueño, parecía que estaba obligado a desaparecer hasta que conocí a Claudia.

Ahora mismo no recuerdo como la conocí. Solo sé que en 2 días ya estaba enamorado de ella. Claudia era enfermera en el hospital donde acudía a hacerme las revisiones y no sé si por pena o porque le gusté, acabó viniendo a casa todos los días.

Creo que ella también acabó por enamorarse. Pasábamos las tardes “viajando”. Así lo llamaba ella. La primera vez que Claudia me propuso hacerlo pensé que estaba loca pero a través de ella he visto medio mundo.

La primera vez me preguntó: ¿Dónde te gustaría ir? Yo, sin pensarlo dos veces, le dije:”Japón”. A continuación me obligó a cerrar los ojos y ayudada por música oriental comenzó a narrar y describir todos aquellos recuerdos que tenía ella de cuando estuvo allí.

Dos o tres horas pasaron. Unos cuantos minutos que me hicieron ver Japón, imaginar esa cultura tan diferente a la nuestra y creo que incluso palpar monumentos y parques.  Por una vez desde hacía meses, Claudia consiguió hacerme sentir especial.

Ahora, meses después de que los médicos diagnosticaran mi enfermedad y de vez en cuando, siempre que ella me ve triste y nostálgico me deja elegir un país y “viajamos” juntos. Me encanta. Por ahora y siempre y cuando no consiga curarme esto es lo mejor que tengo. Por eso puedo decir que: 

Creo que por eso la amo.

Sarasvati

No hay comentarios: