Deja caer los últimos
rayos de sol, deja que la luz se consuma con los últimos minutos del
día, deja que la Tierra siga girando y girando como solía hacer
contigo en las olas de esta playa, déjame arriesgarlo todo una noche
más, déjame creer que soy eterno... Después de todo, el final del
día es el comienzo de un sueño.
La velocidad es nuestra
forma de vida. La carretera nuestra filosofía. Cada día al
anochecer nos probamos a nosotros mismos. A veces, solo apostamos.
Otras, competimos y nos jugamos la vida fundiendo el motor de la moto
mientras corremos hacia el atardecer. En ese momento me siento vivo,
atravieso el viento, toco el sol que se esconde bajo el agua del mar,
la adrenalina se apodera de mi cuerpo salvaje y soy libre. En otras
ocasiones, no hay nada que perder, nada que ganar. Cuando ella vuelve
a mi mente, sin poder controlarlo, viajo. Viajo y el viaje me
devuelve la calma. Pero es inevitable pensar en esa carrera donde la
policía descubrió nuestra droga y nos capturaron de este mundo
irreal. No lo entendían, nos llamaron locos. Ella dijo que nunca se
acostumbraría a esto y se alejó.
Hoy no hay carreras. Las
hogueras parecen prender en llamas el cielo. La gente invade la playa
para preparar la Noche de San Juan. Escupo el humo del cigarro y
acepto la cerveza de Quique. Un coche aparca cerca y lo veo. Es
Nacho, el imbécil que dio mi nombre y el de mi hermano por una vieja
deuda ¿Qué hace aquí? ¿Cree que va a salir vivo? Quique y mi
hermano se levantan pero yo les paro al ver que va acompañado. Ana
¿Está con él?
Mientras Nacho habla con
otros, ella se acerca a mi. Su tímido “hola” no me anima, solo
sé que ya no es mía y que la quiero. La saludo y caminamos hasta la
orilla en silencio. Allí le pregunto-¿sabes que la Noche de San
Juan es mágica? mi abuelo me contó que simboliza el culto al
sol-burlona, me dice-¿en serio?-yo asiento y sigo-los griegos
llamaban a los solsticios puertas, la de invierno era la de los
dioses y esta, la de verano, era la de los hombres-me mira como si
estuviera loco-¿una puerta a dónde?-pregunta-a rutas sin descubrir
¿A dónde crees que nos llevará esta puerta?-niega con la cabeza
sin saber qué decir.
Nacho viene y presume de
sus nuevos negocios. Mi hermano no puede contenerse más y se lía a
guantazos. Separo a mi hermano antes de que lo mate-lárgate de una
vez, porque como vuelvas no le contendré-él asiente. Coge la mano
de Ana pero esta se suelta rechazándolo y finalmente se retira. El
día se esfuma-ya sé a dónde nos lleva la puerta-afirma Ana-yo
sonrío diciendo-¿a dónde?-y responde-al mismo punto de inicio
donde ambos queremos volver, a nosotros.
En realidad, Ana se
parece a mí más de lo que ella piensa. Otra amante de la libertad.
En los caminos abiertos que descubrió sobre mi moto se había hecho
tan adicta a mí como yo de ella. Esa puesta de sol, ese solsticio de
verano había sido para ella nuestro reinicio, para mi un regalo. No
nos juzguen por vivir esta fantasía. Después de todo, el final del
día es el comienzo de un sueño.
Alicia Salazar
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