miércoles, 16 de abril de 2014

Filosofía de carretera

Deja caer los últimos rayos de sol, deja que la luz se consuma con los últimos minutos del día, deja que la Tierra siga girando y girando como solía hacer contigo en las olas de esta playa, déjame arriesgarlo todo una noche más, déjame creer que soy eterno... Después de todo, el final del día es el comienzo de un sueño.

La velocidad es nuestra forma de vida. La carretera nuestra filosofía. Cada día al anochecer nos probamos a nosotros mismos. A veces, solo apostamos. Otras, competimos y nos jugamos la vida fundiendo el motor de la moto mientras corremos hacia el atardecer. En ese momento me siento vivo, atravieso el viento, toco el sol que se esconde bajo el agua del mar, la adrenalina se apodera de mi cuerpo salvaje y soy libre. En otras ocasiones, no hay nada que perder, nada que ganar. Cuando ella vuelve a mi mente, sin poder controlarlo, viajo. Viajo y el viaje me devuelve la calma. Pero es inevitable pensar en esa carrera donde la policía descubrió nuestra droga y nos capturaron de este mundo irreal. No lo entendían, nos llamaron locos. Ella dijo que nunca se acostumbraría a esto y se alejó.

Hoy no hay carreras. Las hogueras parecen prender en llamas el cielo. La gente invade la playa para preparar la Noche de San Juan. Escupo el humo del cigarro y acepto la cerveza de Quique. Un coche aparca cerca y lo veo. Es Nacho, el imbécil que dio mi nombre y el de mi hermano por una vieja deuda ¿Qué hace aquí? ¿Cree que va a salir vivo? Quique y mi hermano se levantan pero yo les paro al ver que va acompañado. Ana ¿Está con él?

Mientras Nacho habla con otros, ella se acerca a mi. Su tímido “hola” no me anima, solo sé que ya no es mía y que la quiero. La saludo y caminamos hasta la orilla en silencio. Allí le pregunto-¿sabes que la Noche de San Juan es mágica? mi abuelo me contó que simboliza el culto al sol-burlona, me dice-¿en serio?-yo asiento y sigo-los griegos llamaban a los solsticios puertas, la de invierno era la de los dioses y esta, la de verano, era la de los hombres-me mira como si estuviera loco-¿una puerta a dónde?-pregunta-a rutas sin descubrir ¿A dónde crees que nos llevará esta puerta?-niega con la cabeza sin saber qué decir.

Nacho viene y presume de sus nuevos negocios. Mi hermano no puede contenerse más y se lía a guantazos. Separo a mi hermano antes de que lo mate-lárgate de una vez, porque como vuelvas no le contendré-él asiente. Coge la mano de Ana pero esta se suelta rechazándolo y finalmente se retira. El día se esfuma-ya sé a dónde nos lleva la puerta-afirma Ana-yo sonrío diciendo-¿a dónde?-y responde-al mismo punto de inicio donde ambos queremos volver, a nosotros.


En realidad, Ana se parece a mí más de lo que ella piensa. Otra amante de la libertad. En los caminos abiertos que descubrió sobre mi moto se había hecho tan adicta a mí como yo de ella. Esa puesta de sol, ese solsticio de verano había sido para ella nuestro reinicio, para mi un regalo. No nos juzguen por vivir esta fantasía. Después de todo, el final del día es el comienzo de un sueño.

Alicia Salazar

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