Nacho había sufrido mucho en su
infancia pero eso era algo que solo él sabía. Su padre, alcohólico y drogadicto,
le había maltratado desde pequeño. Al principio creía que se lo merecía pues
según su padre él había matado a su madre al nacer. Sin embargo, cuando Nacho
cumplió los 17 años su regalo no fue otro que una paliza que le llevó al
hospital. Su padre le golpeó la cabeza con una llave inglesa repetidamente,
como si se hubiera vuelto loco.
Nacho estuvo ingresado durante
semanas, entre la vida y la muerte pero sobrevivió. Cuando despertó de su coma
sintió que su vida debía cambiar. El origen de su dolor debía pagar por lo que
había hecho. Así fue como empezaron las voces. Nacho nunca dijo nada pero empezó
a oír voces, unas voces que le pedían cosas y a partir de ese instante, él siempre les
hizo caso. Ahora ellas iban a marcar su camino.
Las voces nunca se callaban y Nacho
empezaba a pensar que podían tener razón. Él no era uno más, él era grande y
debía demostrárselo al Mundo. Nacho sentía la necesidad de que todos conocieran su historia y a las voces se les ocurrió la mejor forma para
conseguirlo. Debía matar, así se haría famoso.
Eran ellas las que elegían a las
víctimas y decidían la forma de asesinar. Siempre mujeres altas y morenas que
eran golpeadas con una llave inglesa y apuñaladas hasta la muerte. En pocos días el Mundo entero conocía los trágicos asesinatos de Madrid. Un asesino en serie andaba suelto por ahí y nadie sabía su identidad.
Poco a poco Nacho iba viendo como su sueño se estaba haciendo realidad, era el
personaje más conocido.
Lo que él no sabía era que la policía
cada vez estaba más cerca de su pista. Habían conseguido saber quién era, solo
tenían que encontrarlo.
Dos jóvenes muertas más hubo hasta que
la policía consiguió acorralar a Nacho. Fue en un parque de Madrid mientras
retenía a su última víctima. Dos policías de servicio oyeron algo raro, se
acercaron y lo acorralaron. Gritaron a Nacho para que dejase la joven pero este no
iba a dejar que su imagen de héroe quedase por los suelos.
Fue entonces cuando las voces pidieron
a Nacho que acabase su historia con heroísmo. Él asintió, sacó una pistola del
bolsillo de su chaqueta y antes de dispararse en la cabeza solo dijo unas breves frases: “Ahora seré
más famoso que Dios. Todos me conocerán y en las Universidades estudiarán mi vida”. Ahora, puedo morir feliz.
Sarasvati
No hay comentarios:
Publicar un comentario