domingo, 16 de noviembre de 2014

Lloro

Lloro y no sé muy bien el motivo. Mis labios tiemblan mientras las manos intentan limpiar las lágrimas y taparme la cara. Intentan ocultar mi debilidad.
Esta noche era perfecta, como nunca antes había sido. Sabes que la felicidad está cerca cuando te comienza a gustar tu rutina. Cuando la comodidad empieza a invadir tu vida, lo normal es sonreír de oreja a oreja.
Si lo pienso, no había cambiado tanto mi vida. Seguía quedándome hasta tarde para estudiar después de clases y el piano me quitaba el mismo tiempo que siempre. Pero disfrutaba más de cada momento. Y aunque en casa seguía teniendo los mismos problemas de siempre, no podía evitar mirarlos con otra perspectiva.
Y en parte esto era gracias a ti. Te conocí una tarde cualquiera y me caíste bien al instante. A los pocos días ya me habías llevado a escalar y yo te había enseñado mi colección de música. No es fácil encontrar amistades así, y menos para mí. Las personas solitarias solemos buscar otros tipos de compañía.
Empezamos a pasar parte del tiempo libre juntos en vez de a solas. Empezamos a cambiar rutinas. Hablaba mucho más contigo que con nadie y eso pocos lo entendían. Mi padre me dio la charla, me sugirió que eras mala compañía. No me gustó cómo me miraba y no me gusto lo que sugería. Le dije que eras un buen amigo y negué su estúpida palabrería. Me gané una buena bronca y unos días de malas caras de toda mi familia.
Quizás por despecho o quizás por querer demostrar mis palabras empecé a buscar ratos contigo con mayor frecuencia. Empezamos a quedarnos hablando largos ratos tirados en el césped de un parque cercano a mi casa. Se nos hacía de noche y divagábamos mirando a las estrellas. La sensación de calma era tan grande en esos momentos que podría abstraerme de cualquier cosa.
Hoy era una de esas noches, ya casi madrugada. Hoy hemos hablado de muchas cosas y te he contado algunas que no he dicho a nadie. Y puede que nunca más diga. Hoy la luna nos sonreía y yo lo hacía por dentro. En un momento nos hemos olvidado de todo y... entonces lo has arruinado. Tener que echarte no ha sido agradable. He notado como algo dentro de mí se rompía. Ya no sé si podré volver a quedar contigo ni qué pensará mi padre si se entera. Creo que eso me ha hecho estallar aunque tampoco entiendo mucho qué me pasa. Supongo que me había acostumbrado demasiado a tu compañía.
¿Por qué me has besado? Ser dos amigos no era suficiente para ti, querías otra cosa. Me siento hecho un lío, yo no quería darte una impresión equivocada. Yo no soy gay ni nada. Mi padre tenía razón y debí alejarme antes. No quería hacerte daño y ahora noto la espina clavada. Supongo que me malentendiste, te di la mano como amigo y me acerqué porque tenía curiosidad de si las estrellas se reflejaban en el negro de tus ojos. Tardé en reaccionar por sorpresa.
Ojalá un día pudieramos olvidarlo y quedar como si nada. Ojalá porque yo no quería perderte por nada. Sé que es difícil y que lo más probable es que ya nunca te vea. Quiero que me perdones si evito enfrentar las cosas. Pero así será mucho más fácil. Supongo que para los dos. Yo también trataré de perdonarme. Espero que lo entiendas, Miguel.

MELO

No hay comentarios: