Como cada día me preparo, ya ha
caído el sol. Por fin es la hora. Salgo de casa vestida para la ocasión, como
todas las noches. Haré lo de siempre, lo que más me gusta. Sin agobios ni
preocupaciones. En mi salsa, como siempre. Hoy toca el vestido de lentejuelas
negro con los tacones dorados. ¡Cómo me gustan!
Voy al bar de siempre, con los de
siempre. Pido un ron cola y saludo al camarero, como cada noche. No me canso. Lo
doy todo durante horas. La tarima es mi mejor compañera, el ron cola mi mejor
aliado, mi compañero de juergas, mi mejor amigo. Esta soy yo y mi vida es así.
Sigue la noche y suenan las mismas
canciones, las de todas las noches. Pero no me canso de escucharlas, las grito.
Siempre aparece alguien nuevo por el bar y me mira como si estuviera loca,
todas las noches. Me encantan.
La noche avanza y yo con ella. Los
tacones se quedaron en la barra pero mis callos ya no sienten nada. Como cada
noche consigo ligarme a ese camarero que tan cachonda me pone. El baño se
vuelve nuestra mejor cama y como cada día cuando hemos terminado está a punto
de salir el sol. Salgo corriendo del bar casi sin despedirme con los tacones en
una mano y el último cubata en la otra.
Como cada día cuando el sol se
dispone a salir entro por la puerta de casa. Mi vida empieza a decaer cada
mañana. Me quito el maquillaje, me desnudo y me meto en la cama. Cuando anochezca
será un nuevo día. De momento y hasta que mi vestido de lentejuelas vuelva a
transformarme, todo es decepción.
Sarasvati
No hay comentarios:
Publicar un comentario