sábado, 15 de noviembre de 2014

La noche

Como cada día me preparo, ya ha caído el sol. Por fin es la hora. Salgo de casa vestida para la ocasión, como todas las noches. Haré lo de siempre, lo que más me gusta. Sin agobios ni preocupaciones. En mi salsa, como siempre. Hoy toca el vestido de lentejuelas negro con los tacones dorados. ¡Cómo me gustan!

Voy al bar de siempre, con los de siempre. Pido un ron cola y saludo al camarero, como cada noche. No me canso. Lo doy todo durante horas. La tarima es mi mejor compañera, el ron cola mi mejor aliado, mi compañero de juergas, mi mejor amigo. Esta soy yo y mi vida es así.

Sigue la noche y suenan las mismas canciones, las de todas las noches. Pero no me canso de escucharlas, las grito. Siempre aparece alguien nuevo por el bar y me mira como si estuviera loca, todas las noches. Me encantan.

La noche avanza y yo con ella. Los tacones se quedaron en la barra pero mis callos ya no sienten nada. Como cada noche consigo ligarme a ese camarero que tan cachonda me pone. El baño se vuelve nuestra mejor cama y como cada día cuando hemos terminado está a punto de salir el sol. Salgo corriendo del bar casi sin despedirme con los tacones en una mano y el último cubata en la otra.

Como cada día cuando el sol se dispone a salir entro por la puerta de casa. Mi vida empieza a decaer cada mañana. Me quito el maquillaje, me desnudo y me meto en la cama. Cuando anochezca será un nuevo día. De momento y hasta que mi vestido de lentejuelas vuelva a transformarme, todo es decepción.


Sarasvati

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