Nunca entendí tu
comportamiento, ni tu mirada. Solo sentí punzadas en el corazón cuando
sosteníamos nuestras miradas intentando descifrar qué era lo correcto y qué no.
Ahora entiendo que tu forma de ver las cosas se caracterizaba por cierta
fantasía e imaginación pero entonces, entonces no podía entender por qué me
estabas causando este dolor, estas incongruencias, estas críticas. No entendí
ni tu mirada ni tu recelo ni tu forma de inventarte datos de mi vida que no
sucederían ni en una película de ciencia ficción.
Si hoy me volviera a
encontrar con tu sonrisa, tu risa o tus bromas probablemente no me harían ni
pizca de gracia. Deposité en ti una confianza y un apoyo que me hizo perder a
otras personas, porque yo apostaba por ti pero tú nunca entendiste el término de
la palabra amistad. De hecho, te daban igual los sujetos que danzasen a tu
alrededor con tal de que lo hicieran. Que dieran vueltas alrededor de tus ingeniosidades y tus bromas,
robadas a otras poetas.
Nunca sentí mayor
traición que cuando me enteré que ibas criticando de mí lo que tu alababas
sobre ti. Lo que nunca supiste controlar y yo supe imitar a la perfección…
Neko
No hay comentarios:
Publicar un comentario