martes, 11 de noviembre de 2014

Sonrisa de ojos tristes.

Tu mirada flotó en el aire, se cruzó con mi corazón y me inyectó una mezcla de melancolía de sobras conocida y de desprecio que hasta ese día solo había visto proyectada en otros. Nunca me habías mirado así. Ni tratado así. ¿Nunca? Quizá sí pero no con tanta intensidad... Y yo ya no sabía dónde meterme para esquivar tus puñaladas entonadas entre sonrisas cómplices y caricias cálidas, demasiado cálidas para lo fría que era tu mente.

Me decías que era sinceridad pero yo veía mas bien rabia contenida... Y así, así, tras demasiados viajes con desesperanzas y promesas rotas... Llegó el día en el que vislumbré la decepción en tu sonrisa. Y ahí, ahí me rompí por dentro.

Tú entendiste que todo esto era falso, paredes de papel en un universo de aire (elemental mi querido Watson...) y tu reproche. No había mas que menosprecios, desprecios y pocos aprecios. Volaron los manteles y el domingo se hizo una tortura, atada a unas manías que me impedían decirte que no, que no era así, que yo antes era otra persona, antes de ti y contigo. Pero no, no podía encontrar entre mis herramientas mentales algo que me sacara de ese ciírculo. Y tú... Tú desencantado con mi forma de sentirte y hacerte sentir, seguiste allí, pero dándome la mano mas flojito. Intentando sacarme de allí a tu manera, tan destructiva que acabó ayudándome a soltarme en vez de agarrarte mas fuerte.


Y así, cuando se descubrió mi verdadero ser... Tú entendiste que yo no podía existir a tu lado, que el barco se estaba hundiendo y como dos buenos náufragos no íbamos a ir nadando juntos, sino muy separados, para no volver a rozarnos, para que las heridas se curasen con el tiempo y con la sal del agua... Sin el otro. Con únicamente la decepción de meses perdidos y besos mal correspondidos.

Neko

No hay comentarios: