martes, 18 de noviembre de 2014

Rizos tejidos a mano.

Tu mirada se pierde entre las dudas y los encuentros con las soluciones se te escapan. La cara se te nota tensa y tus pensamientos son un conjunto de hipótesis y más vueltas a tema. La curiosidad no deja de estar ahí, y la persistencia es constante…

Sutilmente, llegas a esa conclusión. Algo que nadie había conseguido hasta entonces pero tú, con la sencillez de un niño lo dices sin ningún atisbo de duda, entendiendo que esa es la verdad. Y que no hay más.

El día que encontraste esa solución se partió tu mente en dos al no entender cómo había gente que ponía en duda algo tan evidente, no pudiste sino quedarte perplejo ante las miradas de desprecio de los demás. Tú nunca lo entendiste, pero lo que yo veía en ellos no era más que miedo y envidia. Nunca habrían alcanzado esa conclusión y tú, por pura intuición y unión de vagos conocimientos llegaste a ello.

Los que te desconocían te temían y preferían ignorarte tachándote de pretencioso y ególatra sin ninguna base científica. Pero los que de verdad te conocían se sentían orgullosos y algunos hasta se preocupaban por entender tu mente, tu forma de entender las cosas. Y yo, bueno. Yo te envidiaba y a la vez admiraba. En esas tardes en las que la cerveza acababa inundando nuestras cabezas y disipando las dudas en otros temas, tus manos estaban llenas de teorías. Hiciste que una corta "científica" social comprendiera por qué una cuerda es infinita o por qué el tiempo pasa más lento a tu lado.

Pero, aunque entre todas esas tardes a la corta le intentas dar una apariencia de grandilocuencia y de basto amor propio… Te debo informar de que a veces los psicólogos sabemos leer las mentes… y las pretensiones. Y entendemos que en las bromas se reflejan las debilidades. Pero es que tú, pequeño gran fotógrafo de tus memorias, no te das cuenta de que tu miedo es tu mayor virtud.


Neko

No hay comentarios: