sábado, 1 de noviembre de 2014

Música - Parte 6: "Remordimientos"

Nuestro camino continúa. Vamos en ruta hacia el siguiente pueblo que nos oirá cantar. Me tiemblan las piernas y tengo nauseas. Están siendo unos días raros con los chicos. Guille no dice nada, solo compone con su guitarra. Dice que siempre hace mierdas pero su música despierta sensaciones en mi cuerpo que pocas otras lo han conseguido.

Juan se está perdiendo. Desde que salimos de casa de ese buitre carroñero me evita, bebe más que nunca y la cocaína es su mejor compañera después de cada concierto. Me siento mal, creo que es culpa mía pero no consigo entender qué hice mal.

Es viernes por la noche y toca actuar. Una sala pequeña y oscura es nuestro escenario divino de hoy. Montamos el equipo y probamos sonido. Hoy Juan ha decidido empezar con la droga antes del concierto y no puede consigo mismo. Me enfado, le grito y le humillo. Me he cansado de intentar complacerle y que él, sin tan siquiera hablarme, me sonría y de otro sorbo a su Whisky.

Hoy seremos uno menos en el concierto. No importa me dice Guille, todo saldrá genial. Decido olvidar por dos horas a Juan y sacar lo mejor de mi misma. A las 3 de la madrugada acaba nuestro concierto, uno mediocre pero nadie lo ha notado. Bajo del escenario y en la última mesa del bar está Juan con su guitarra, haciendo que toca. Me acerco a él y le sonrío, no puedo estar enfadada con él.

Ni siquiera me mira, ni siquiera me ve. Decido irme a la cama, esta noche debe acabar. Cansada de dar vueltas en la cama miro el reloj, son las seis de la mañana. No puedo dormir. Los chicos no han vuelto y siento que les ha podido pasar algo. Decido salir en su búsqueda. A estas horas ya casi no hay nadie en la calle y el sol no tardará en salir. Después de meses sin tener nada claro excepto mi amor por la música siento que mi corazón empieza a bombear.

Respiro hondo. Mi cabeza da vueltas, vuelvo a tener nauseas. Llevaba tiempo ignorando que estaba enamorada de él, de Juan. Tengo que encontrarle. Deseo darle un beso.

Llamo varias veces a los chicos al móvil. Nadie responde. ¿Se habrán olvidado de mí? De repente tengo un mal presentimiento, algo malo ha pasado, lo sé, lo siento. Mi cuerpo se paraliza al pensar que ha podido ser Juan, intento correr pero no puedo.

Cuando estoy a punto de echarme a llorar recibo una llamada de Guille. Con una voz extremadamente suave y triste me dice que ha pasado algo. Me pregunta donde estoy para venir a buscarme.

Quince minutos eternos espero casi sin poder respirar hasta que diviso nuestra furgoneta. Me subo y sin decirme nada Guille me lo está diciendo todo. -¿Qué coño ha pasado?- le pregunto. –Es Juan, está grave- dice el casi llorando. La rabia me invade el alma y el corazón se me quiere salir de la boca. En mi mente retumba la misma frase: Es Juan, está grave.

Paramos en la puerta del hospital, bajo corriendo de la furgo esperando que mi llegada le haga ponerse bien. Guille me lo ha contado todo en el camino. Aún recuerdo sus palabras: “Juan lleva enamorado de ti desde hace tiempo. El día que estuvimos en casa de ese músico le destrozaste el corazón, ya sabes, empezó a darle fuerte a las drogas. Hasta hoy. Se ha pasado con la dosis. No saben si saldrá de esta”.

Me toco las mejillas, estoy llorando. Agarro a Guille de los hombros y le digo que amo a Juan, que salí esta mañana a buscarle para decirle que aunque es tarde, me he dado cuenta de que no puedo vivir sin él.

Guille está frío como el hielo. Creo que no me escucha. De repente por megafonía llaman a los familiares de Juan Álvarez. Entramos en la habitación. Está despierto. Me acerco a la cama, el cojo de la mano y nos miramos. De mi boca sale un te quiero. Me mira, le miro… Los dos nos sonreímos como hacíamos antes después de cada concierto.

Sarasvati


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