viernes, 31 de octubre de 2014

Música – Parte 5: “Diario de un poeta”

Día 1: Por fin me he comprado la guitarra acústica por la que tanto tiempo ahorré dinero. Es azul, con un brillo metálico. El reflejo que devuelve me envuelve en un aroma especial. Mis solitarios versos al fin encontrarán la melodía que dé sentido a sus andares. Por ello, he decidido que comienza mi nueva vida. A partir de hoy vivo en el Día 1 del 0 D.L (Después de Luna, obviamente, tiene nombre de mujer). Todo lo anterior escrito en este diario, forma parte del pasado.

Día 3: Guille: mi amigo, mi hermano del alma, la pequeña luz que ilumina el sendero de mis demonios cuando ando perdido entre la desolación. Hoy pasé toda la tarde con él y su eléctrica. Entre cervezas, arpegios y cannabis, buscamos en los ojos de la vida la inspiración de su calidez. Me esfuerzo por rimar mis caóticas pulsaciones, no hay suerte.

Día 11: Gussy, mi vecino de abajo, nos encontró en plena bacanal con la diosa música. ¿Lo bueno? Decidió unirse. Toca la batería desde hace un par de años y, al oírnos, no pudo resistir la melodía de Hamelín. Marca el compás de nuestro camino, el tempo de mis dedos acariciando las cuerdas, el tic-tac de la vida al pasar.

Día 30: He conocido a alguien genial, se llama Pardo. Lo trajo gussy porque según dijo le recordaba a mí. Tiene el pelo lago y un bajo descomunal. Representa lo más bohemio que hay en mí y, como un rompecabezas, sus palabras ajustan mis locuras, sus dedos dibujan mis ideas, su lienzo me permite crear. Como yo, poeta de botella, descubre el olor de los sentimientos; y lo mejor, rima mis versos inconexos.

Día 45: Hemos compuesto algo todos juntos. Es lo mejor que he visto en la vida. Parido de mis propias manos, se disuelve entre los acordes de esta sana locura. Si no fuese porque cantamos tan mal...

Día 66: Coincidencia divina o, quien sabe, el azar, esta fecha no se borrará nunca del calendario. Salimos de fiesta al bar de la esquina. Borrachos, competimos a ver quien canta peor, y si se burlan, sacamos los instrumentos y los dejamos sin aplausos para las siguientes semanas. Pero, ha aparecido alguien. Es bellísima, y canta como los ángeles. Nos hemos puesto a hablar, y nuestros ojos han sentido la chispa del contacto. Primer parte médico: no hay heridos en la sala. Aunque mi marchito corazón se queja, no le apetece hacer ejercicio. No puedo dejar de repetir su nombre...

Día 73: Ha pasado una semana y convencí a los chicos para volver al mismo garito, inventé un par de excusas para volver a verla. Guille, que no se creyó ni una, me siguió el rollo, es lo que hacen los hermanos aunque no sean de sangre. Hemos cometido la mayor de las locuras: Nos vamos de gira juntos. El hermano de Gussy tiene contactos, no es gran cosa, una gira por pueblecitos y alguna capital de provincia; todo sea por el amor (¿a la música?).

Día 87: Primeros días bajo la tutela del sol y el cuidado de las estrellas. La vieja furgo del padre de guille, nuestro hogar; los colchones y mantas de Pardo, nuestras únicas posesiones (a parte de los instrumentos, claro está); y su sonrisa, la razón para seguir adelante. El insomnio recorre mis venas al oscurecer, para ver brillar su tersa piel bajo el reflejo de Luna. Me ha preguntado por qué se llama así mi guitarra, ni yo mismo recuerdo ya el porqué. Tan solo puedo repetir las razones por las que iría al fin del mundo con ella. Y con mi guitarra, puede.

Día 93: No logro alcanzar el sueño. Lo que empezó siendo un remedio a las heridas del paso de los días, un parche de colores en nuestra gris cicatriz, ha terminado por infectar hasta el corazón. No me gustó desde el principio su cara, ni su sonrisa comprada, así como su arte. Sus bobadas empacharon su estómago, y se alimentó de basura comercial. Ahora duerme con él, tras un concerto en orgasmo menor. Las penas se acumulan en las lágrimas que no me atrevo a derramar, y la tinta vuelve a sangrar por este debilitado corazón que ya me advirtió. Ni las drogas, ni el whisky viejo, ni la mirada comprensiva de Guille consiguen convencerme de que el sol amanecerá mañana. ¿Esto es por la música o es por ella? ¿Cómo acabará este sendero de cruces e intersecciones? Tendré que exterminar mis sentimientos, supongo que será lo más sano... Pero Juan, nunca has llevado una vida sana.



Drizzt Beleren

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