viernes, 17 de octubre de 2014

Acortando distancias



Nos conocíamos desde hacía un par de años cuando decidí conocerte. Fue un acto de voluntad inusual en mí. Jamás he sabido qué me pasó por la cabeza aquella noche, pero me pareciste más interesante que cualquier otra persona en la habitación. Y que cualquier otra persona, en general.

Por aquel entonces, cuando alguien me llamaba la atención más de lo normal, acostumbraba a huir corriendo de mi instinto, de las ganas. No tenía motivo alguno. Sabes que nadie me había hecho daño, precisamente porque era mucho más rápida que esa curiosidad que me perseguía.

Pero aquella noche las piernas no me respondieron.

Visto esto y que yo te parecía menos interesante que una piedra, un yo orgulloso, hasta entonces desconocido para mí, me dijo que se acabó el correr. Que por sus narices que te iba a conocer, a ver si resultaba que eras tan interesante como parecías.

Con todo preparado en caso de huida, hice uso de todos mis recursos para acercarme a ti. Descubrí que eras como hacer la compra a la hora de comer, como beber solo una cerveza, y creo que fue recíproco. También descubrí que solo íbamos a ser amigos, y me pareció bien.

Ahora que no sé cuándo nos volveremos a ver, siento la necesidad de contarte esto para darte las gracias. Sin saberlo, me enseñaste a acortar la distancia. Me di cuenta de lo que me había perdido hasta entonces, de que todos los kilómetros que llevaba a la espalda eran absurdos. De que estaba cansada de tanto correr.
Ahora que la distancia va a ser real, tengo que decirte que me alegro de haber decidido conocerte.


Djalí.

No hay comentarios: