La distancia duele, duele a matar. Eso
sentía yo desde que él cogió ese avión que le llevó tan lejos, muy lejos de mí,
a la India.
No podía evitar sentirme bien y mal
a la vez. Miguel era médico y la persona más buena que había conocido nunca. Acabó
la carrera con la mejor nota de su promoción y decidió que tenía que ayudar a
los más desfavorecidos. Yo ya lo sabía desde hacía tiempo, llevábamos ya 8 años
juntos y él siempre decía que quería salvar vidas, ayudar a los que no tenían
recursos.
Cuando acabó medicina fui yo quien más
le animó a irse aunque sabía que iba a ser mi perdición pues sin él cerca yo no
era nada. No sabíamos cuánto tiempo iba a estar allí, meses, quizá años…
Me pidió que fuese con él pero no
podía. Yo estudiaba derecho y allí no podía hacer nada. Estuvimos noches
enteras hablándolo hasta que por fin conseguí que decidiese ir solo. Sentí pena
por dentro, sabía que pronto se iría y que no iba ser fácil para nuestra
relación.
Por fin, un 15 de julio tomó rumbo a
la India y yo a mi triste vida sin él. Estos meses han sido duros, ha sido
complicado no saber si está bien o mal, si me echa de menos o solo yo lo hago. Cada
15 días consigue un teléfono y me llama. Es feliz y está orgulloso de lo que
hace. Es entonces cuando entiendo que irse allí fue la mejor decisión que pudo
tomar.
Sin embargo, hoy, 17 meses después me
subo al mismo avión que él cogió cuando se fue. Voy camino a la India,
dispuesta a compartir sus sueños. Porque yo hace años que tengo mi sueño
cumplido, compartir mi vida con él.
Sarasvati
No hay comentarios:
Publicar un comentario