domingo, 26 de octubre de 2014

Mensaje

Se acercó rápidamente a la cómoda y cogió el móvil. Las prisas fueron inútiles, no había nada que ver. Siempre tenía esa sensación que le obligaba a mirar el móvil cada muy poco tiempo. No fuera ser que. El "que" era no siempre era el mismo. A veces sólo eran las ganas de que alguien le hablara de algo, cualquier cosa. A veces se sentía solo.
Volvió a la cama y se echó. Eran las tres de la madrugada del sábado y no podía dormir. Se había vuelto asqueado a casa, después de llegar a la conclusión que la noche no está hecha para contentar a todo el mundo. Al menos no a él.
Hacía tiempo que le había dado vueltas a todo. Muchas más de las necesarias. Y la necesidad darle final a tales pensamientos le había agobiado. Había intentado obviarlo. Había intentado dejarlo pasar. Había intentado salir por ahí y divertirse. Pero siempre había algo que molestaba, como un runrún. Como el runrún que le hacía correr a por el móvil. Como otros tantos runrunes que habitaban su cabeza.
Suspiró. Ahora le asediaba el arrepentimiento. Quizá todavía no lo había recibido. Quizá todavía pudiera borrar tan atropellado mensaje. El corazón le palpitaba. Se armó de valor y resistió. Intentó pensar en otras cosas para no acabar dándole demasiadas vueltas otra vez.
En realidad no quería hacerlo así. Nunca quiso que pasara así. Ojalá nunca hubiera pasado nada. Ojalá pudiera desconectar ciertas cosas y vivir feliz. Pero no podía, ya lo había intentado. A veces se sentía cobarde, pero ¿quién no lo es de vez en cuando? Nos asustan las decisiones, nos agobia lo importante y a veces sólo hace falta ver una salida fácil para empezar a huir. Y eso había hecho, huir por el camino más fácil. Y eso no quería decir que no le hubiera costado. Atreverse es igual de complicado que el saber cuando parar.
Volvió a mirar el móvil con idéntico resultado. Volvió a suspirar. Decidió apagar el móvil para dificultar el repetirlo hasta la saciedad. Había tomado una decisión y tenía que hacerla respetar. Buena o mala, o quizá ninguna de las dos. Mañana miraría la respuesta, si la había, con más tranquilidad. Dicen que todo se ve diferente por la mañana. Sólo esperaba no tener que dar marcha atrás.
Tardó en dormirse. El cielo ya se aclaraba cuando el cansancio venció a la inquietud y le dejó reposar. Mientras había tratado de ocuparse de diversas maneras, procurando no divagar. La soledad le hizo buena compañía, tan buena como todas las demás. Cuando acabó por dormirse, una pequeña sonrisa apareció en su comisura labial. Pues de cierta manera al fin era libre. Libre de la culpa de arrastrar a alguien a ese mundo de falsas sonrisas que tenía por realidad.
Mientras, una luz brillaba en el móvil de una persona, ajena a todo este hilo mental.

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