viernes, 24 de octubre de 2014

La respuesta



Con el sueño pegado a los talones y escalofríos besándole la nuca, salió del autobús.
 
El día anterior, cuando salió de la consulta, todavía hacía calor. Desaprovechar esos últimos días de sol le parecía un crimen. Fue a por un helado. Callejeó y le dio mil, dos mil, tres mil vueltas a aquella pregunta.

¿De qué te arrepientes? ¿Arrepentirse? No sabía. No le importaba. Sí, arrepentía de haberse cortado tanto el pelo. Se arrepentía de demasiadas cosas. De los libros que no había tenido tiempo de leer, de los detalles que había olvidado tener, de no haber comprado esos vaqueros que tan bien le quedaban. Esas canciones cuyos títulos nunca recordaba, ese sueño que se le escurría entre los dedos cuando sonaba el despertador.

Aquella noche se sirvió copas de vino hasta perder la cuenta y se encontró con la respuesta por casualidad. En realidad era sencilla. Se arrepentía de esa última copa y de la anterior. Medir sus días en pastillas tampoco era algo de lo que se sintiese orgullosa, desde luego. Entre trago y trago, se consoló. Alejar a todo el mundo llevaba mucho trabajo, al menos eso tendrían que reconocérselo.

Con niebla en los ojos y el moño deshecho, abrió la puerta.

—   Y bien, ¿has pensado en lo de ayer? ¿De qué te arrepientes?
 Dudó.
    Bueno, me arrepiento de haberme cortado el pelo.

       Djalí

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