jueves, 16 de octubre de 2014

Me tienes en el bote y lo sabes

Ridícula, estúpida, infantil, histérica, inestable... Así me siento desde que te vi por primera vez. Cierro los ojos y es como si te viera caminando por la acera de la calle otra vez, justo ahí mientras aparcaba mi coche. Tú. Tan atractivo, bien vestido y con paso firme. Con esa mirada tan curiosa en mí. Casi tanto como la mía en ti. Creo que ninguno de los dos sabíamos el origen de esa electricidad que pasó del uno al otro cuando se cruzaron nuestras miradas. Y yo allí sentada en el asiento del conductor... Mirándote desde abajo como un perro abandonado esperando a que me recogieras. Sí, mi primer día de trabajo fue “interesante”. Te encontré en aquel gran edificio. Eras uno de los asociados importantes de la empresa. Así que esta secretaria debía guardar la compostura.

Siempre he sido una mujer inteligente que sabía como jugar con los hombres y, lo más importante, cuando retirarse si no le convenía. Pero tú rompes todos mis esquemas cada vez que llegamos al trabajo a la vez o pasas por mi cubículo al lado de la oficina de mi jefe para hablar con él. Lo único que me dice mi intuición desde que llegué es que yo te gusto y creo que tú empiezas a influir en mí más de lo que yo quería. Para ti es fácil con esa media sonrisa de lado y esas palabras agradables que cada día son más y con más confianza. Poco a poco me miras con más picardía sabiendo perfectamente que me tienes en el bote. Algo que nunca suelo mostrar.

Me he dado cuenta de que con los días mis amigos saben más de ti y que mi boca te nombra más veces de las que mi orgullo le deja decir. También me he fijado en que he empezado a ponerme más guapa para ir a trabajar y tú lo notas y te encanta. Me tienes en el bote y lo sabes. A veces planifico decirte algo y cuando te cruzas conmigo tú eres el que lo dices antes de que pueda ni pensarlo y a mi solo me queda asentir y sonreír. Me tienes en el bote y lo sabes. Tu llevas la iniciativa de todo cuando yo era la que solía tener la sartén cogida por el mango y ahora simplemente me quemo cada vez que intento cogerla. Me tienes en el bote y lo sabes. Sé que te gusto pero no puedo mover una ficha del tablero sin que me hayas hecho jaque mate porque... Me tienes en el bote y lo sabes.

Hoy es la cena de Navidad de la empresa. Dicen que es un evento de etiqueta muy importante para causar buena impresión, así que me pongo un vestido negro de gala y llevo a mi ex como acompañante. Al llegar ambos nos dejamos impresionar por las luces, la música, el festín de las mesas, el gran salón de baile, el bar de barra libre y... Tú. Tan guapo y bien acompañado por esa modelo rusa a conjunto de ti. Tratas de evitarlo pero en cuanto nadie se fija te me comes con la mirada. En la cena ni si quiera te dignas a mirarme y en el baile, mientras yo bailo con uno de mis viejos juguetes, vuelves a fijarte en mí. Me doy cuenta y mi ex también. Cuando este está lo suficientemente borracho empieza a tirarle los tejos a tu rubia y tú aprovechas para bailar conmigo. Esa mano está demasiado al sur y tu respiración choca con la mía. Mi corazón late demasiado fuerte, demasiado rápido, tanto que creo que puedes sentirlo. Me tienes en el bote y lo sabes.


Mi ex monta una de sus escenas con la rusa, tú me guiñas un ojo y salimos de ahí mientras están ocupados con el numerito. Cogemos un taxi y con la velocidad siento que el corazón va a salirse de mi pecho definitivamente. Esos dos segundos inmersa en tus ojos son demasiado largos pero el beso me introduce en un estado de shock del que espero no salir nunca. No creo que esto sea amor pero empiezo a pensar que es algo más que deseo. Supongo que un día tenía que encontrar a alguien que me ganara en mi propio juego y me volviera loca con solo media sonrisa, así como tú necesitabas a alguien que te sacara de tus rutinas planificadas con barbies de plástico por alguien diferente y único que te hiciera improvisar. Porque te tengo en el bote y lo sé.

Alicia Salazar




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