martes, 14 de octubre de 2014

Un invierno sostenido y cálido.

"No es tan trágico jugar con la distancia y heredar su soledad" me intento repetir cada domingo y cada día de la semana en la que tu sonrisa la dejo en otra ciudad, en otro continente. Cada vez que me tengo que despedir de tus abrazos mientras siento como tus brazos me miran con recelo, por no poder compartir conmigo más tardes, más días locos, más momentos intensos.

No diré que es fácil pero la distancia se ha convertido en mi rutina. Así también es como he aprendido a echar de menos.  Pequeña de corazón frío… Nunca pensé que yo pudiera llegar a sentir eso. También he entendido quién de verdad merece la pena, a quién de verdad quieres ver y oír cuando no los tienes cerca.

Así es como he acabado aprendiendo que los días tienen 24 horas pero que los buenos momentos se pueden estirar más. Así es como he aprendido que la cerveza es mejor entre anécdotas y momentos confidentes con personas que estaban esperando igual que tú esa hora para poder verte, sonreírte y abrazarte.

Cuando una vida empieza a medirse en kilómetros y días invertidos en carretera y manta se valoran más los pequeños detalles y a las grandes personas.

No diré que la costumbre no haga daño y no diré que no me reviente tener que dejarte con tu mirada perdida cada fin de semana. Pero es cierto que sea cual sea mi dirección, siempre vuelvo, nunca voy. Y todos los domingos me toca volver a una ciudad que me ha dado también grandes personas y momentos, grandes amaneceres y atardeceres, que me ha dado una nueva visión de mí misma y del mundo.

También es cierto que cuando aprendes a vivir en dos sitios a la vez, aunque no se posea el don de la bilocación, sí se desarrolla un amor bipolar. Un amor que no sabe muy bien a dónde va ni de dónde viene, pero que se quiere quedar en más de un sitio a la vez. Que quiere disfrutar de las dos cosas y que tiene que turnarse, sintiendo a veces una pesadez innecesaria que se ve compensada por las risas y los besos, las caricias y los abrazos.

Intento pensar que, gracias a partirme el corazón en dos he ganado espacio para querer a más personas. Aunque a veces sea duro, aunque no se pueda tener todo a la vez.

Neko 

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